Las elecciones norteamericanas

 Gubidxa Guerrero 

“Antes de Sandy yo era de quienes dudaba de la relección de Barack Obama. Hoy me encuentro completamente seguro de su victoria, a menos que acontezca algo realmente extraordinario. La semana próxima veremos si el vaticinio resulta preciso…”

El párrafo anterior lo escribí la semana pasada. Entonces no se sabía quién ocuparía la presidencia de Estados Unidos de América. Hoy, estimados lectores, ustedes ya saben el resultado. Yo todavía no; pues esta columna la estoy escribiendo la tarde del martes 6 de noviembre, cuando el ejercicio democrático sigue vigente en el vecino del norte. Espero no haberme equivocado.

¿Qué se jugó en las elecciones estadounidenses? No únicamente el relevo o la relección de su mandatario, sino el equilibrio del mapa geopolítico, así como decisiones internas que repercutirán en nuestro país.

Ayer, además de votar para Presidente de la República, los estadounidenses eligieron varios Gobernadores y aprobaron, mediante referéndum, distintas leyes estatales, como la legalización de la marihuana en varios puntos de su amplio territorio.

Vemos, entonces, que los ciudadanos del norte están decidiendo acerca de aspectos que conciernen a la vida cotidiana y que afectan, además, los intereses de grupos del crimen organizado. Mientras en México vivimos confrontados en una supuesta ‘guerra contra el narco’, los yanquis hacen negocio de armas; mientras aquí se persigue a los productores de marihuana, allá la legalizan y la producen industrialmente. 

Gane quien gane la presidencia, nos seguirá considerando su ‘patio trasero’. A los políticos norteamericanos le interesa un país cuando le crea problemas, no cuando busca buenas relaciones, como nosotros en los últimos cuatro sexenios. Los gringos respetan al que se les opone, tal como vemos con naciones de Oriente Medio o con la misma Cuba comunista o la Venezuela de Hugo Chávez. 

Los cuatro años venideros nuestro Gobierno deberá aprender a negociar con el inquilino de la Casa Blanca, independientemente de quien sea. El oficio diplomático de nuestros representantes deberá aprender a acercarse sin dar ‘paso sin huarache’ con nuestros vecinos. La mula no era arisca. 

¿Con quién nos irá menos peor? Creo que con Barack Obama…



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Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 07/Nov/2012.