La disputa por Juchitán


Juchitán tiene muchas posibilidades de ser
recuperada por la alianza PAN-PRD.
Gubidxa Guerrero

La carrera por las alcaldías municipales está a punto de comenzar. Y dentro de las competencias que presenciaremos en toda la región istmeña, llama mucho la atención la que se efectuará en la ciudad de Juchitán.
     
La población zapoteca más grande de la actualidad es un termómetro político en el Estado de Oaxaca. En las urnas electorales (y en las mesas cupulares de negociación) se dirimen viejas disputas por el presupuesto del ayuntamiento, que es cuantioso.
     
Cientos de millones de pesos se asignan trianualmente al municipio juchiteco para realizar obras públicas como alumbrado, pavimentación, drenaje, etc. Existen, además, otros rubros que disponen de suficiente dinero para funcionar.
     

Opinión: La UNAM y los iluminados

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 24/Abr/2013]  

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no sólo es la institución de educación superior más grande de nuestro país, sino la de mayor calidad. Ha aportado varios premios Nobel, tiene magníficos centros de investigación, campus amplios, miles y miles de estudiantes de primera que cursan alguna de sus tantísimas carreras gratuitamente.
     La UNAM es envidiable. Y desde hace mucho tiempo los poderosos han pretendido privatizarla. La UNAM es un faro que ilumina brillantemente nuestro México, por ello miles de jóvenes estudiantes intentan ingresar a ella cada semestre.
     Hace catorce años inició un movimiento estudiantil que buscaba evitar su privatización. Durante la denominada “huelga” que dicho movimiento propugnó, además de perderse un semestre, se consiguió echar para atrás una reforma de dudosas intenciones.
     Por desgracia, una vez conseguidos los objetivos, un pequeño grupo de “huelgistas” se negaba a entregar las instalaciones universitarias, sumando nuevas demandas al pliego petitorio. Ello provocó una división de opiniones al interior de la máxima casa de estudios, de tal manera que finalmente una mayoría de estudiantes exigía el regreso a clases.
     Ante la cerrazón, ingresó la Policía Federal Preventiva (PFP) y desalojó a 500 personas aproximadamente.
     Hace algunos meses vimos cómo jóvenes de nivel medio superior tomaban oficinas, destruían inmobiliario y golpeaban a personal administrativo del Colegia de Ciencias y Humanidades (CCH). Ello propició que las autoridades competentes suspendieran a varios, contando, para ello, con el aval de la comunidad estudiantil.
     Pero el asunto que parecía olvidado resurgió el viernes cuando una veintena de jóvenes ―entre quienes se encuentra uno que ni siquiera estudia en la UNAM― se apoderaron de la Torre de Rectoría, cometiendo destrozos y pintarrajeando un edificio Patrimonio Cultural de la Humanidad (toda el área de Ciudad Universitaria está catalogada así). Exigían, entre el rollo típico, que sus compañeros del CCH no fueran expulsados; demanda que afortunadamente no consiguieron pues se acaba de efectuar la expulsión definitiva.
     Lo increíble es que veinte personas puedan hacer tanto daño a una comunidad con más de 200 mil miembros, y que nadie haga nada. El Rector se está conduciendo con excesiva prudencia para evitar que los porros (no encuentro un mejor calificativo) pretendan victimizarse. Pero ello ha provocado desesperación entre quienes sí se dedican a estudiar, poniendo en alto el nombre de la UNAM. 
     Es paradójico: quienes dicen defender la gratuidad de la educación pública apoyan a quienes desean privatizarla. Es sabida la estrategia que siguen aquellos que buscan vender un bien estatal: el desprestigio. Cuando una institución eficiente y pública quiere ser entregada por personas sin escrúpulos, primero se le desprestigia; después resulta fácil ofertarla. Eso pareciera que buscaran los encapuchados que están en Rectoría...

Paranoia en USA

Imágenes del atentado en Boston
Gubidxa Guerrero


El mismo libreto: un bombazo en una de las ciudades más importantes de Estados Unidos de América. Como parte de una historia que se repite, el mundo vio con indignación y asombro cómo la potencia más poderosa del mundo sufría un “atentado terrorista”.
     
Hasta el ex Presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, dio información en tiempo real desde su cuenta de Twitter. Varios muertos, decenas de heridos y millones de asustados, fue el saldo preliminar.
     

El pájaro xhahui y la niña de los quesos

Xhahui. Foto.- Tamara Almazán.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el lunes 22/Abr/2013] 

El pájaro xhahui es modesto. No tiene pretensiones de águila, ni guarda los temores del gorrión. Es un ave libre que emprende el vuelo apenas despuntan los rayos al amanecer. El sol lo pone contento; alegra tanto su alma que festeja cada mañana con sus trinos.
     Supe de un xhahui que partió una tarde siguiendo el ocaso. Se había enamorado de una nube engañosa en forma de nido. Creyó encontrar su hogar con sólo seguirle el rastro y voló lejos. Agitó las alas tanto tiempo, que el sol le venció en su larga carrera, y aquella nube terminó por esfumarse. Se cansó más de lo que su pequeño cuerpo podía soportar. Esa noche durmió en paraje desconocido. A la mañana siguiente un cazador dio con él y lo atrapó. El pajarito cayó prisionero, sin su nube, sin sol y sin la inmensidad de los rumbos por donde siempre voló.
     Beeu era una mujer melancólica que de niña fue muy alegre. En aquellos tiempos  iluminaba todo con su radiante sonrisa. Sus amigos la querían en demasía; y sus padres, y sus hermanos... A ella le gustaba salir todas las mañanas a vender quesos que su madre cuajaba con la leche que su padre había ordeñado. Con sólo acercarse a una casa y gritar: “¡va a querer queso!”, alegraba a los vecinos que se reían de su peculiar manera de anunciar lo que mercaba.
     Un mal día, Beeu ahogó su sonrisa y opacó sus ojos. Dejó de ver bello el mundo y entristeció el semblante. Cambió sus modales; ensombreció su alma. Se volvió desobediente. Por las noches lloraba ante el menor pretexto. Su abuela intuyó lo que le sucedía y decidió poner remedio a los males de la muchacha; así que partió un día jurando no regresar hasta traer la solución consigo.
     Y una tarde volvió la anciana. Llegó más encanecida y con las facciones todavía más cansadas. En las manos sostenía un objeto cubierto con una tela blanca. “Toma, xhunca, es mi regalo. Haz con él lo que desees”. Beeu destapó el obsequio y miró lo que contenía: era una jaula con un bonito pájaro de cola larga. Entonces instintivamente abrió la rejilla, y el xhahui que estaba dentro echó a volar.
     Desde entonces a Beeu le regresó la sonrisa. ¡Y cómo no!, si el ave que era su guenda [nahual], guardó su alma cuando cayó prisionera. Por eso la Niña Luna había sido tan melancólica…