El esplendor zapoteca

Dani Beedxe' - Monte Albán


Por Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 23/Feb/2013]

Los zapotecas fuimos capaces de construir una ciudad maravillosa: Dani Beedxe’, hoy conocida como Monte Albán, en el centro de los Valles Centrales, que es el vestigio más significativo de nuestro máximo esplendor. Lugar donde se materializó el desarrollo que ya tenía más de mil años, desde que habitamos San José Mogote. 
     Cuando nuestros abuelos comenzaron la edificación de esta majestuosa urbe sobre los cerros, todavía no aparecía Jesucristo en Palestina, y las tribus del norte de Europa apenas eran mencionadas como salvajes remotos en los textos griegos y latinos.
     Cuando los binnigula’sa’ planificaron la construcción y designaron el lugar donde erigirían su capital, faltaba más de un milenio para que los toltecas fundaran Tula, o los aztecas Tenochtitlan. Lo que gente con nuestra sangre realizó entonces, no tenía precedente. Jamás antes, en este continente, se había construido algo similar. Las plataformas, los templos, la plaza, todo era asombroso. Esto permitió el reforzamiento de la clase gobernante y dotó de estabilidad a nuestro reino.
     La centralización del poder fue requisito indispensable para organizar al pueblo. Las conquistas previas propiciaron un expansionismo posterior. Pero no todo se trataba de fuerza, pues ningún sistema sobrevive cientos de años sin un desarrollo de las diferentes áreas del conocimiento. Así pues, la escritura, la arquitectura, la astronomía, el comercio, todo alcanzó la perfección.
     Monte Albán se mantuvo como eje indiscutible del reino zapoteca por casi 800 años. Algunos siglos después de su edificación, nació en el altiplano central la urbe que hoy conocemos como Teotihuacán. Se sabe que en aquella ciudad existió un barrio zapoteca, tal como hoy nuestros hermanos forman comunidades solidarias en la Ciudad de México y en distintas metrópolis del extranjero, como Los Ángeles, California, en Estados Unidos. Quien acuda a Monte Albán debe tener presente que se encuentra ante la ciudad más importante de nuestra estirpe, y que conserva el inalienable derecho de su posesión. 
     Hoy nuestro patrimonio se encuentra en manos de administraciones federales y estatales ajenos; entes jurídicos nacidos hace menos de dos siglos. Pero llegará el día en que los binnizá reconstruyamos un sistema de gobierno que vaya más allá de lo local, y que recupere los derechos que le corresponden. Baste, mientras tanto, con estar al corriente y con saber cuales son nuestras prerrogativas, recordando que “nuestras”, son aquellas ciudades que construyeron directamente nuestros abuelos, y no aquellas que la educación oficial generaliza.
     Hoy llegan a las antiguas ciudades, personas de todos los rincones de México y del mundo. Los primeros repiten lo que leyeron en los libros de texto, sin saber lo equivocados que pueden estar. Nombran patrimonio “propio”, a vestigios en los que no tienen que ver. Se enorgullecen de que “sus” antepasados construyeron todas y cada una de las ciudades antiguas de diferentes naciones prehispánicas, menospreciando, a la vez, a los descendientes directos de los verdaderos constructores. 
     Si alguien tiene derecho de llamar “suyo” a Monte Albán o a Zachila, a Mitla o a Guiengola, a Yagul o a Mogote, somos los zapotecas de hoy, por cuyas venas corre la misma sangre. Así como los mayas tendrán el derecho de llamar “suyo” a Chichen Itzá o a Tikal. A cada cual lo que le corresponde: en los vestigios y en la memoria histórica.
     Así pues, paisanos, hermanos zapotecas del Istmo, de los Valles y de las Sierras: suban a Monte Albán y contemplen la creación de nuestros mayores. Observen la herencia perdurable que espera por nosotros, sus hijos, a que la valoremos, a que la recuperemos, y a que de ahí surja el nuevo esplendor.

Opinión: Campañas anticipadas




Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 22/Feb/2013]

Como cada tres años veremos nacer asociaciones civiles en "pro" de los pueblos istmeños. La mayoría, por supuesto, dejará de accionar una vez que el proceso electoral concluya. Y así, hasta dentro de otros tres años, y otros tres... ¿Qué le pasará a la gente que se acuerda de hacer trabajo comunitario cada trienio?
     Ante la modificación de las leyes electorales, que reducen considerablemente los tiempos de campañas políticas, algunos personajes se abalanzan a las calles y a los medios de información con la finalidad de aparecer lo más posible en pantalla y en las páginas. 
     De repente surgen grupos que, con clara función proselitista, impulsan a un precandidato. Todos los medios valen: portadas de revistas, casas de gestión, entrevistas radiofónicas, etcétera. En Salina Cruz vemos, por ejemplo, a personas que sin trayectoria alguna, sin haber encallecido las manos en el trabajo comunitario, aspiran a ser alcaldes porteños.
     En Tehuantepec ni se diga. A la asociación civil de la hoy diputada plurinominal perredista, se han sumado otros grupos que dicen amar a la antigua capital del reino zapoteca en el Istmo. Ya veremos cuánto dura la pasión por el pueblo tehuano...
     En Juchitán, El Espinal e Ixtepec sucede lo mismo. Hace tres años apareció en la tierra de José Gregorio Meléndez un grupo llamado Renace Juchitán, supuesta asociación comunitaria que sirvió para impulsar a Lenin López Nelio. En la contienda federal pasada surgió una casa de gestión que tendiendo Una mano amiga allanó el camino al hermano del actual alcalde para ocupar una curul en San Lázaro.
     Existen, en contraposición, colectivos que, más allá de un trienio, trabajan voluntariamente por divulgar la cultura y el arte de nuestros pueblos. Es importante distinguirlos para no caer en una generalización que los lastime. Tal es el caso de Radio Comunitaria Totopo, Culturarte, Comité Melendre, entre otras.
     Ojalá la gente que hoy se empeña en gastar más dinero en publicidad que en las actividades sociales que supuestamente realiza, continúe con sus actividades benéficas una vez concluido el proceso electoral. De otra manera, se pacerán a los políticos que tanto critican y de los que buscan diferenciarse.

Opinión: Elba Esther y la Sección 22. Causa común

Profesores de la Sección 22, impidiendo que
Mexicanos Primero realizara su actividad. Foto.-La Jornada. 

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 21/Feb/2013]

Por mucho tiempo el imaginario colectivo ha visto como fuerzas antagónicas a Elba Esther Gordillo y a la Sección 22 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE, que cuando le conviene dice ser Coordinadora Nacional…) Aquélla es la lideresa de los profesores de todo el país. Éstos, en contraposición, dicen ser “disidentes”.
     La Maestra, como también conocen a Gordillo, fue mujer muy cercana al poder. Y enfatizo el tiempo pasado, porque a Enrique Peña Nieto parece que no le desagrada la idea de alejarla de los corredores desde donde se toman las decisiones. Ante el descrédito de la profesora Elba Esther, y la necesidad de reorganizar la estructura corporativa más grande de América Latina en aras de su privatización, desde hace años se prepara el golpe contra la lideresa.
     Factor crucial han sido los medios de comunicación. Desde la televisión, los periódicos (de izquierda y derecha), las redes sociales, han llovido críticas en contra del sindicalismo “charro” que antepone los intereses cupulares a los de la niñez mexicana.
     México es un país rezagado. Hay temas sensibles que lastiman los anhelos de nuestros abuelos y de quienes lucharon y murieron en las gestas heroicas por darnos un mejor futuro. La educación es uno de los aspectos más delicados, pues de eso depende el desarrollo de un pueblo. Una nación educada tiene infinitas veces más posibilidades de progresar que una que no lo está. Por ello las potencias primermundistas destinan cuantiosos recursos al rubro. Pero no se trata únicamente de cifras elevadas, sino de porcentajes; pues alguien podría justificar que un Estado pobre gaste menos en la formación de sus jóvenes que uno rico, pero no que destine un menor porcentaje de su Producto Interno Bruto (PIB).
     Pero, si el diagnóstico para el país no es muy alentador, ¿cómo será para el Estado de Oaxaca? La Entidad que habitamos está entre las más rezagadas dentro de las que conforman los Estados Unidos Mexicanos. Y si al SNTE de Elba Esther, sumamos la Sección 22 “disidente”, la cosa está para llorar.
     Ayer miércoles 20 de febrero los profesores bloquearon nuevamente en Oaxaca. Esta vez un hotel donde Claudio X. González Guajardo, presidente de la organización civil Mexicanos Primero, presentaría el "Índice de Desempeño Educativo Incluyente (IDEI), avance en los estados de 2009 a 2012".
     Una organización que no se cansa de decir que es reprimida y censurada, utilizó la fuerza para impedir que se dieran datos. Recurrió a una práctica desgastada y contraproducente, como el bloqueo, para callar a quienes piensan distinto. En lugar de confrontar ideas en un plano de igualdad, se fueron por el camino sencillo: la denostación y la violencia (impedir que alguien ejerza sus derechos es violentarlo; tanto, como cuando se hace desde el gobierno). 
     Desde hace unos meses la Sección 22 y Elba Esther Gordillo están haciendo causa común. Aunque en sus dichos dicen ser contrarios, en la práctica representan un lastre similar para la educación pública. Que no nos engañen: exigir mejoras en el desempeño de los profesores del país, no significa alentar la privatización. La educación debe continuar siendo laica, gratuita y popular, cosa que no está reñida con poner en su lugar a un sindicato que la tiene secuestrada…

Opinión: Una tercera opción


Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 20/Feb/2013]

Las cosas no son lo que parecen. En muchas ocasiones las actitudes más intransigentes esconden intenciones perniciosas. En política, un 'no' no significa necesariamente eso. Probablemente sea la negativa inicial para una posterior transacción. Un 'sí' tampoco es una aceptación incondicional de algo.
     En el asunto de los parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec se ha querido reducir el debate a la negativa rotunda o la aceptación sin cortapisas. Algunos jilgueros que representan poderosos intereses muestran una actitud "radical" para elevar la suma por la oportuna negociación. Como decía el viejo General Porfirio Díaz: “ese gallo quiere máiz”.
     Si a un campesino humilde, cuya tierra ya no rinde, se le da a escoger entre aceptar un proyecto abusivo, que le dejará unos cuantos ingresos, o cancelarlo, y quedarse sin nada, es muy probable que se incline por lo primero. Eso, de hecho, provocó que las empresas que llegaron inicialmente a la planicie costera del Istmo de Tehuantepec, encontraran suelo fértil para contratos desventajosos para los pueblos. 
     Desde hace algunos años dijimos en este espacio periodístico que existía una tercera opción que, de haberse tomado en cuenta, hubiese ahorrado algunos males. Dicha opción es una negociación abierta e informada para contratos justos. 
     Hablemos de los ejidatarios a quienes la tierra ya no deja ganancia, y que se ven obligados a emigrar a otras regiones del país o a vender sus propiedades. Muchos de éstos no tienen más alternativa que rentar sus parcelas. Que un campesino reciba 14 pesos por cada mil que se generan en su terreno es un insulto. Que no reciba nada, es lamentable. Estas son las dos únicas "soluciones" que proponen los antieólicos más intransigentes o los defensores a ultranza de las empresas transnacionales. Ambos caminos conducen a la confrontación, ambos resultan contraproducentes. 
     ¿Por qué no luchar por desarrollar la riqueza energética de nuestra región con tratos equitativamente benéficos? Siempre he pensado que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) debió impulsar los parques eólicos en el Istmo, para que las ganancias correspondieran al Estado Mexicano, como sucede con Pemex. Sin embargo, estoy consciente de que hay pactos que cumplir, por "favores" electorales o de alguna otra índole, que obliga a que ciertos gobernantes “abran a la inversión privada” la explotación de las riquezas naturales de los pueblos. 
     Pero hay de inversiones a inversiones… No es lo mismo desarrollar un proyecto de la mano de los habitantes de una región, con beneficios conjuntos e integrales, que pretender obtener ganancias fáciles a costa del engaño.
     Por eso debemos pensar en que se reglamente de forma adecuada la inversión en el sector. Para que no venga una Marena Renovables a querer cambiar oro por cuentas de vidrios; pero que tampoco surjan los clásicos grupos que mercan con el descontento social poniéndole precio en negociaciones secretas. 
     Con transparencia y libertad los pueblos deben decidir. Con beneficios equitativos deben firmarse futuros acuerdos y renegociarse los que existen; teniendo siempre presente de que si un pueblo dice ‘no’, deberá respetársele ese derecho…

Opinión: Más allá de la afectación ambiental…



Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 18/Feb/2013]

Nuevamente tenemos que tratar el tema de los aerogeneradores, toda vez que ayer domingo se realizó la Caravana en Defensa del Territorio en el Istmo de Tehuantepec, que partió de la ciudad de Juchitán, pasó por Xadani y arribó a Álvaro Obregón (agencia municipal de la primera). Dicha manifestación de repudio contra la presencia de Mareña Renovables en la región, fue seguida de cerca por varios medios nacionales y extranjeros.
     Hubo cientos de asistentes que llegaron de todo el país, así como de diferentes poblaciones huaves y zapotecas. Esta manifestación fue una actividad más destinada a visibilizar la situación en el Istmo.
     Es curioso, pero el foco del conflicto se trasladó de San Dionisio del Mar (poblado huave o ikoots) a Álvaro Obregón (comunidad zapoteca o binnizá), por una sencilla razón: la pequeña península, el brazo de mar donde pretende construirse la mayor porción del parque eólico de Mareña Renovables, se conecta con terrenos de esta agencia municipal de Juchitán, cuyos habitantes se dedican, en una porción importante, a la pesca.
     Debemos mencionar que Álvaro Obregón surgió durante la postrevolución mexicana por iniciativa del General Heliodoro Charis Castro, quien adquirió junto con sus soldados, buena parte de los terrenos de antiguas haciendas. Puesto que en la tropa charista había gente de Xadani, así como de otras comunidades istmeñas, al núcleo principal de juchitecos se sumaron otros paisanos que hoy conforman esta agencia municipal.
     ¿Por qué si los aerogeneradores no se levantarán en sus terrenos, los habitantes de Guixhiro’ (como también se conoce al pueblo) se oponen al proyecto eólico de Mareña? Porque, afirman ellos, afectará su modo esencial de vida: la pesca. 
     Al principio se difundió la versión ―falsa a todas luces― de que las torres generadoras de electricidad se construirían dentro del mar, lo que provocaría la extinción de la vida marina en las lagunas Superior e Inferior. Después, cuando se supo a ciencia cierta que los aerogeneradores estarían en la llamada Barra de Santa Teresa (pequeño brazo de tierra que se adentra a la laguna) se dijo que espantarían a los peces. 
     No soy experto en temas ambientales. No sé qué tanta razón haya en la versión antedicha. Sin embargo, considero que, independientemente de que el parque eólico ocasione poca afectación ambiental, la discusión debe trasladarse a las condiciones de los contratos: ¿cuánto ganarán los pueblos por rentar sus tierras por treinta años? ¿Cuánto tocará a la empresa transnacional? 
     Detrás de todo acuerdo o contrato ―más todavía, cuando involucra a pueblos originarios― debe existir información clara, veraz y completa. Aprovecharse del desconocimiento de muchos comuneros, pescadores y ejidatarios, es abusar de la buena fe de las poblaciones. Resulta además contraproducente, pues tarde o temprano la verdad se revela. 
     Hoy en día algunos arrendatarios particulares de Juchitán, Ixtaltepec, La Ventosa, La Venta o Unión Hidalgo comienzan a preguntarse si no les habrán tomado el pelo. ¿Cuántos centavos les está correspondiendo por cada peso que obtienen las empresas? 
      Más allá de que algunos terrenos estuvieran ociosos cuando fueron rentados, los propietarios ―sean pueblos o personas― no dejan de tener derechos. Tal como si mañana un individuo encontrara una mina de oro en un pantano inhóspito pero de su propiedad…
     El viento es una fuerza que debe aprovecharse. La pregunta es: ¿a beneficio de quién?