Opinión: Juchitán en números. Abstencionismo: 27 mil; COCEI: 16 mil; PRI: 12 mil.

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el martes 09/Jul/2013] 

Uno de los municipios más politizados del Estado de Oaxaca es Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec. Desde tiempos remotos esta población zapoteca era foco de movilizaciones, sea para luchar contra algún agravio colectivo o para exigir un derecho comunitario.
     El pueblo de Juchitán lleva la política en sus venas. No hay espacio donde no manifieste alguna inconformidad, si sintiera que la hubiere, o brinde un apoyo a quien crea que lo necesite.
     Durante el Siglo diecinueve Juchitán se levantó en armas en contra del gobierno liberal de Benito Juárez, cuando éste era gobernador. Poco después vinieron los levantamientos en contra del Presidente Antonio López de Santa Anna, contra Félix Zuluaga y contra el Imperio de Maximiliano de Habsburgo. No hubo movimiento político o militar importante en México en el que este pueblo no tuviera participación decidida.
     Lo mismo sucedió en el Siglo veinte. En 1911 el licenciado José F. Gómez encabezó a sus paisanos en la lucha por la democratización del Distrito. Poco después, grandes contingentes armados se sumaron a las facciones revolucionarias que combatían más allá de la región del Istmo. En 1919 dirigió otro levantamiento armado el joven cazador de iguanas Heliodoro Charis Castro, quien después llegaría a ser un exitoso General del Ejército Mexicano, así como un promotor incansable de la educación en los pueblos de su región.
     En 1931 se pronunciaron los jóvenes médicos Valentín Carrasco y Roque Robles, en lo que constituyó la última rebelión armada de los juchitecos. Hasta que a mediados de la década de los setentas surgió un movimiento político que aglutinó a campesinos, estudiantes y trabajadores: la COCEI.
     Los setentas y ochentas fueron décadas de intensa movilización política, que costaron la vida a varias decenas de personas que deseaban un cambio democrático que beneficiara a los sectores más desfavorecidos. Pero la lucha étnica se convirtió en pleito electorero en el que la toma del poder se volvió el fin último de los viejos idealistas, y no en un simple medio para conseguir los anhelos colectivos.
     Este domingo 7 de julio Juchitán registró uno de los índices más bajos de participación electoral de su historia. En número redondos, de 59 029 ciudadanos con posibilidad de sufragar, apenas lo hicieron 31 645. Es decir, el abstencionismo llegó a casi el 50 por ciento. 
     Quien revise las estadísticas superficialmente podría pensar que el PRI y la denominada COCEI continúan siendo dos grandes baluartes de la política local; dos grandes bloques políticos indestructibles que se alternan el poder municipal. Sin embargo, leídos detenidamente, estos datos resultan preocupantes dado el desánimo que se está viendo entre los electores.
     En términos reales los resultados quedaron como siguen: 
     1er lugar: Abstencionismo, con 27 384 personas; 2º lugar: Saúl Vicente (PRD-PAN-PT / COCEI), con 16 348 votantes; 3er lugar: Héctor Matus Martínez (PRI-PVEM), con 12 427 sufragios. Entre partidos pequeños, el candidato no registrado y votos nulos hubo otros 2 714 votantes.
     ¿Quién ganó en Juchitán? La indiferencia absoluta. ¿Qué la provocó? Una clase política priísta y coceísta que se ha enfrascado en luchas electorales estériles que han hundido a la otrora capital comercial del Istmo.

Opinión: Ganó el abstencionismo

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el lunes 08/Jul/2013] 

Anteriormente las jornadas comiciales eras festivas. La gente de los pueblos y ciudades del Istmo de Tehuantepec esperaba con ansiedad el día de las votaciones, para que su candidato midiera fuerzas con el adversario.
     Las cosas han cambiado mucho. Lo constata el hecho de que las  personas que antes se identificaban plenamente con algún instituto político, ayer se vieron apáticas y decepcionadas. Las versiones de panistas apoyando a priístas, priístas apoyando a perredistas, desalentaron la participación.
     El sábado hubo tensión en Santo Domingo Ingenio. Ayer domingo el foco de conflicto estuvo en Santo Domingo Petapa y en Álvaro Obregón (Agencia Municipal de Juchitán).
     Son múltiples factores los que ayudan a explicar este fenómeno. Primeramente el abstencionismo “tradicional”. Sabemos que las elecciones locales no tienen la misma afluencia que aquellas que sirven para elegir al Presidente de la República. Pero en esta ocasión hubo otras razones, como el descrédito en que ha caído la clase política.
     Los grupos locales se han olvidado del sentido de su existencia. La mayoría se ha vuelto defensor de intereses malsanos. Ofertan apoyos al mejor postor, con anticipación de los comicios.
     La gente no es tonta y se percata de ello. Las triquiñuelas se hacen a vista de todos, lo que provoca que la decepción se vea reflejada en la poca afluencia de votantes a las casillas.
     Ningún candidato podrá considerarse vencedor. Hoy todavía no sabemos quiénes serán reconocidos por el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) como diputados locales y alcaldes electos; pero sí estamos conscientes de que sea cuales fueran los resultados, estos personajes no gozarán del apoyo abrumador del pueblo.
     Quienes se abstuvieron dejaron en una minoría la decisión de elegir. Lo que no significa que dicha minoría sea representativa, sino que la integra la poca gente que confía (me incluyo) en que la vía electoral es un camino hacia la construcción de buenos gobiernos o, en el peor de los casos, en que nuestro sistema democrático es una posibilidad de obtener un ingreso extra vendiendo el voto (como hizo mucha gente ayer).
     Mientras llega el día en que los ciudadanos sin partido puedan participar en las elecciones, los políticos de oficio seguirán haciendo de las suyas. El próximo proceso municipal contará con caras nuevas y propuestas frescas, ya que serán válidas las candidaturas independientes. Mientras tanto, todos tendremos que vigilar a los “ganadores”.

Historias de Ta Jacinto Lexu X: de las elecciones

Dibujo de Mariana Flores Gonzsalez.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el domingo 07/Jul/2013] 

He dicho en otros momentos que Ta Chintu Lexu era hombre viajero y que, por lo mismo, conoció incontables lugares. En cierta ocasión Ta Jacinto fue a dejar una carga de sal a la ciudad de Oaxaca, porque ustedes deben saber que la sal era muy apreciada anteriormente. Nuestro personaje amarró algunos costales a un par de mulas y emprendió la marcha con rumbo a Comitancillo para seguirse por Mixtequilla, doblar hacia el pueblo de Jalapa y adentrarse en la serranía con rumbo a las tierras que dieron origen a nuestra raza.
    Llegó una semana previa a que se realizara una elección. Al hombre le pareció extraño que las personas se apasionaran sobremanera al momento de conversar acerca de temas políticos. Entonces se acercó a un modesto puesto de memelas, ubicado al costado de un bello templo católico de los que tanto abundan en la Verde Antequera. En zapoteco del Valle, variante dialectal que conocía muy bien, nuestro amigo preguntó: “¿Por qué tanto alboroto?, veo a las personas discutir fuertemente e ignoro la razón precisa”. La señora que lo atendía respondió: “Es que del resultado de esta elección depende nuestro futuro”. Ta Jacinto, como era natural, se sorprendió grandemente: “¡Cómo!, ¿quién es este hombre que será capaz de resolver todos los males de nuestra sociedad?”. Y en lugar de que la vendedora respondiera, un par de comensales comenzaron a alabar cada uno a su candidato. 
     “Fulano cambiará las cosas y una nueva era de felicidad comenzará”. “¡Mientes!, será Merengano quien ponga todo en su lugar”. A Ta Chintu Lexu le pareció más inaudito que se afirmara que cada aspirante al puesto en disputa resolvería los problemas mágicamente; y expresó: “Entonces de qué se preocupan, mis hermanos. Gane quien gane todo marchará mejor, pues, por como describen a estos políticos que desean su voto, son hombre providenciales”. Y una nueva discusión se inició; esta vez tratando de denostar al contrincante. “Fulano es un vil ladrón”. “Pues Merengano no se queda atrás, ya que no cuenta con la experiencia necesaria…” Sin dar crédito a lo que escuchaba, Ta Jacinto Orozco dijo por último: “Ahora me preocupa más la situación, pues quien los escuchara pensaría que cualquiera de los dos que triunfe, significará la perdición para este lugar; una calamidad. Comienzo a sospechar que esos políticos de los que me hablan, han sabido engañarlos lo suficiente, de tal manera que ustedes piensen que la solución a sus problemas dependen más de ellos que de ustedes mismos. Me queda claro de que al menos ellos son más hábiles que ustedes”. Ta Jacinto acabó su memela y se marchó, dejando a los hombres perplejos.