Opinión: Bloqueos por sospechosos de secuestro


Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 22/May/2013]

Días atrás supimos de la detención de una docena de personas supuestamente implicadas en el secuestro de los hijos del empresario Juan José Álvarez Candiani. Lo que dio a la noticia un efecto escandaloso fue que cuatro de estas personas son profesores de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Y en la región istmeña el tema fue todavía más notorio porque Sara Altamirano Ramos es candidata a la alcaldía de Jalapa del Marqués por la alianza PAN-PRD.
     Las dudas del caso, en la cúpula sindical, no se hicieron esperar. De inmediato se oyeron voces descalificando las indagatorias y afirmando que los delitos eran fabricados en un intento de desprestigiar al magisterio. 
     Es indudable que los órganos de justicia del Estado Mexicano dejan mucho que desear. Todos conocemos casos de inocentes refundidos en prisiones, por la orden de algún personaje influyente, o como simple “chivo expiatorio”. Pero el tema del secuestro es harto delicado como para desautorizar, sin más argumento que la pertenencia gremial, cualquier implicación.
     No digo que los profesores detenidos sean culpables. Eso lo determinará un juez. Pero tampoco puedo afirmar que las instancias encargadas de la investigación estén actuando por consigna. Tan mala es una como otra descalificación.
     Mientras esté abierto el proceso, los docentes deben ser considerados legalmente inocentes. Sus reputaciones deben ser cuidadas y únicamente se les debe dar el trato de ‘presuntos’. Sus correligionarios tienen, además, todo el derecho de exigir que las autoridades se conduzcan con imparcialidad y buena fe. 
     ¿Pero de ahí a bloquear las vialidades para exigir que sean puestos en libertad? Considero que ello es una desproporción, así como una actitud delicada, de cara a la sociedad.
     Cuando recién me enteré del caso, una señora me dijo: “falta que a los maestros se les ocurra bloquear por estos acusados de secuestro”. Lo que parecía una afirmación irónica, cobró realidad a las pocas horas.
     En Tehuantepec, por ejemplo, padecimos de la interrupción de la vialidad a la altura del ‘puente de fierro’. En Jalapa del Marqués, cientos de personas que se dirigían a la ciudad de Oaxaca desde el Istmo, o viceversa, vieron frustrados su intento por algunas horas. Todo en defensa de cuatro agremiados de un poderoso sindicato, que por el momento no pueden ser llamados ‘culpables’, pero que deben seguir el procedimiento de rigor.
     Si en el transcurso de los meses las pruebas resultan contundentes, el magisterio oaxaqueño se llevará un chasco y tendrá que reconocer su equivocación. Habrá perdido una batalla moral. Si los profesores resultan inocentes, las instancias gubernamentales encargadas de la seguridad pública sufrirán un golpe demoledor a su credibilidad.
     Que resulte lo que haya. Pero que quien dicte sentencia lo haga con justicia y con las pruebas en la mano. 

Opinión: Se reactiva el conflicto eólico


Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario el lunes 20/May/2013]

El sábado 18 de mayo volvió a encenderse la mecha de la violencia en Juchitán. El parque eólico que pretende construirse en las cercanías de la población fue el detonante.
     La Asamblea del Pueblo Juchiteco (APJ) se apostó en el crucero de la carretera Juchitán-Periférico-Unión Hidalgo para manifestarse en contra de los trabajos que las empresas subcontratadas continúan haciendo para Gas Natural Fenosa.
     Durante los hechos hubo varios lesionados. Se habla de dos personas arrolladas al momento de huir del lugar, supuestamente por personal de las empresas. Los daños materiales son cuantiosos, pues, según permiten atestiguar las imágenes, hay vehículos y oficinas estropeadas.
     Nos encontramos ante una situación delicada, porque el problema parece trasladarse de la periferia a la zona urbana de Juchitán. El crucero del que hablamos se ubica detrás del Panteón “Domingo de Ramos”, a pocas cuadras del centro de la población. Y si bien los manifestantes se retiraron del lugar, podrían volver en cualquier momento, dadas las condiciones estratégicas de la zona, ya que por dicho entronque pasa el flujo de vehículos entre Ranchu Gubiña y Juchitán (por donde ahora transitan los camiones que trabajan en el parque eólico), así como de aquellos automóviles que pretendan dirigirse a Playa San Vicente.
     Como recordarán los lectores, el martes 26 de marzo, luego del fallido intento de desalojo de los manifestantes apostados en las inmediaciones de la Colonia San Isidro, Séptima Sección, el asunto estuvo a punto de desbordarse. Hubo heridos graves entre los uniformados y los habitantes, e inclusive una mujer policía detenida. Posteriormente se entabló una mesa de diálogo que fue suspendida por la falta de voluntad del Gobierno del Estado de Oaxaca. 
     ¿Cómo terminará este episodio de la historia reciente de Juchitán? Es probable que el nuevo Secretario de Gobierno intente aplicar mano dura, lo que podría provocar escenas de violencia inusitadas. Tal vez las autoridades estatales cumplan su palabra y retomen las negociaciones que dejaron inconclusas en abril.   
     Lo que es lamentable es que quienes deberían velar por la estabilidad en la región, se mantengan indiferentes hasta que la violencia aparezca…

Artículo.- La otra cara de la tradición: ¿Velas o pachanga?

Cartel no oficial de las Velas de Mayo,
relizado por Manuel Cabrera.

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el domingo 19/May/2013]

Siempre he procurado que mis textos inviten a la reflexión. Jamás me he sentido satisfecho con sólo narrar acontecimientos políticos o históricos, sino que procuro resaltar las posibles enseñanzas que nos puedan arrojar dichos sucesos. Lo que ya todos saben, o lo que todos piensan, no debe ser repetido si no es bajo argumentos que le den más solidez y que permitan un ejercicio crítico objetivo. Lo mismo sucede con algunos discursos románticos referentes a la tradición. 
     Los zapotecas solemos enorgullecernos de nuestras festividades comunitarias. Cada pueblo binnizá, a pesar de provenir de una misma raíz cultural e histórica, tiene sus peculiaridades, lo cual enriquece nuestras costumbres. Si nos hallamos lejos, extrañamos con fuerza nuestra tierra; añoramos la comida, la música, la lengua, y las formas de convivencia de nuestros paisanos. Y, por supuesto, recordamos hondamente nuestras festividades.
     Mayo es mes de Velas en Juchitán. Y aunque a lo largo de todo el año éstas se realicen, es ahora cuando la ciudad entera se llena de fiestas, y las calles se engalanan con hermosas paisanas; transitan los carros alegóricos, caballos y hasta toros, en un festín de risas. Pero, ¿sabemos qué es una Vela?; ¿estamos conscientes de todo lo que existe detrás? O nos conformamos con acudir a bailar toda la noche, a convivir con los amigos, y a emborracharnos hasta desfallecer.
     Las Velas forman parte de un intrincado sistema festivo que viene de muchas generaciones atrás. No basta con que haya música, personas, botana y cervezas para que una celebración nocturna sea considerada una Vela; pues eso sería simplemente una fiesta. Las Velas son parte de las actividades que realizan las Sociedades; es decir, agrupaciones (generalmente de carácter religioso) con un sentido de compromiso y responsabilidad enormes. Dichas Sociedades están dedicadas a algún sitio sagrado, Santo, o a una actividad productiva (pescadores, campesinos, ganaderos). A lo largo del año estas agrupaciones rinden culto y respeto al objeto de su devoción. Van realizando una serie de rituales movidos por la fe o por el cumplimiento de las costumbres de sus mayores. Algunas Sociedades acuden en procesión a un sitio sagrado en cierto mes del año; como podría ser Dani Igú (‘cerro del camote’). Realizan la labrada de cera, molida de polvo, etc.; y como parte de todo el ciclo ritual, celebran una Grandiosa Vela. La Vela es, pues, sólo un segmento de la tradición; el alma es el culto mismo. Por ello, detrás de la aceptación de alguna Mayordomía suelen existir motivos muy íntimos, como alguna promesa por cierto milagro.
     Sin embargo, ¿qué tan vigente siguen dichas razones? ¿Dónde se encuentra ahora el espíritu de comunidad? Mucha gente ignora la importancia de una Vela, su origen, su significado…En estos tiempos, la mayoría sólo ve en ella mera pachanga. Por eso “ya cualquiera hace una Vela”, como suelen decir algunos ancianos. Basta con que se organicen, contraten un grupo, exijan riguroso traje regional, y ¡listo! El Ayuntamiento realiza su Vela, las escuelas también, los niños, y hasta las compañías extranjeras… 
     Gran parte de nuestros ciclos festivos se han convertido en jugosas fuentes de ingresos para las empresas cerveceras, quienes no dejan de desvirtuar y promover la “costumbre”. Quienes hacen parecer “tradicional” el ingreso al lugar con un cartón de cervezas (pregunto: ¿hace un siglo existían cervezas? ¡No! Existía mezcal, taberná, anisado; bebidas netamente tradicionales que producían los paisanos). Y no digo que el consumir cervezas deba ser satanizado; lo que cuestiono es el hecho de que pretenda verse como obligatorio el enriquecer a una empresa. Y es algo que debemos denunciar; porque no sólo nos vamos olvidando del sentido originario de nuestras celebraciones, sino que estamos cayendo en vicios como el alcoholismo, perdiendo todo respeto para con nosotros mismos. 
     Paisanos: debemos devolverle la majestuosidad a nuestras fiestas; su sentido. Hermano: nada nos cuesta preguntar a los ancianos por la historia de cada celebración particular. Así, al menos sabremos qué estamos “festejando” cuando vayamos a alguna Vela.