Convulsión en Oriente Medio

Gubidxa Guerrero

Las escenas lo dicen todo: millones de ciudadanos árabes han salido a las calles para exigir las renuncias de sus gobernantes. Pese a los toques de queda y a la represión policiaca brutal, los jóvenes tunecinos, argelinos y egipcios han marchado y organizado más protestas.

En Túnez se originó todo. La chispa la encendió la inmolación del joven Mohamed Bouazizi, quien después de terminar sus estudios universitarios --y al no encontrar empleo-- decidió vender hortalizas. Fue detenido y su vehículo requisado. Ante la cancelación de sus oportunidades decidió protestar de una manera inusual: se prendió fuego. Esto desencadenó una serie de manifestaciones que consiguieron derribar al Presidente de aquel país, Ben Alí.

Le han seguido los egipcios, país con la mayor población de origen árabe en el mundo (80 millones), que vive sumido en un régimen dictatorial que ya lleva casi 30 años. Hosni Mubarak es el mandatario que los manifestantes desean derribar. El mismo que es apoyado por los Estados Unidos de América e Israel; aquel que se convirtió en cómplice de la masacre contra los palestinos hace apenas tres años, cuando el ejército sionista asesinó a más de 1400 personas, de los cuales 400 eran niños. El dictador que hasta hace pocas horas era respaldado por las principales potencias del orbe.

El martes salieron a las calles egipcias dos millones de personas, y se esperan pronto la renuncia del Presidente. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué repercusiones tendrán estos hechos para el mundo? Primeramente, cabe decir que este proceso no está concluido, pero lo que ya aconteció significa un capítulo importantísimo en la historia de los Estados árabes; ya que por vez primera, musulmanes y cristianos salen a las calles para exigir reformas democráticas profundas, más libertades para el común de la población, empleo. En fin, nada distinto a lo que se podría reclamar en un país como el nuestro.

Hay quienes comparan los hechos de estos días con las movilizaciones en el campo socialista a fines de los años ochenta, con la salvedad de que los grandes ganadores en aquellos tiempos fueron los norteamericanos, y aquí parece que será a la inversa, pues los yanquis resultarán los grandes perjudicados. Cada vez se achica más su esfera de influencia.

La última palabra no está dicha. Pueden presentarse varios escenarios; desde la permanencia de Mubarak, hasta un efecto dominó por varios países de la región. De cualquier forma, el clamor popular resopla ya como viento libertario y se convierte en una bocanada de aire fresco para otras naciones subdesarrolladas.

Las imágenes de los noticiarios deben constituir una clara señal de alarma para muchos gobiernos. ¡Volteen a sus ciudadanos!, ¡Atiendan sus demandas! 


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Texto publicado en Enfoque Diario el lunes 28/Feb/2011.