El antes y el después de las elecciones en Juchitán

Los antiguos aliados se confrontan.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 26/Jul/2013]

Siempre tropezamos con la misma piedra. Los ciudadanos no nos cansamos de cometer los mismos errores. ¿Cuántas veces nos quejamos de los cierres carreteros y bloqueos de vialidades? ¿En cuántas ocasiones no nos lamentamos por la violación impune de nuestros derechos? Y sin embargo, seguimos votando por el "malo conocido".
     Hace apenas cuatro semanas, los candidatos de todos los partidos rogaban porque sufragáramos por ellos; porque les brindáramos la confianza requerida para alzarse con la victoria ante los adversarios. Prometían desarrollo, empleo, gobernabilidad, entre otras mieles de una administración eficaz. 
     Así sucedió en Juchitán, importante ciudad istmeña por donde todavía circulan buena parte de las mercancías que se producen o se mercan en la región. Los grupos que se hacen llamar COCEI ―y que compitieron bajo las siglas del PRD-PAN-PT en las pasadas elecciones municipales― recorrieron las secciones y colonias inundando la ciudad con publicidad de su abanderado Saúl Vicente Vázquez. Éste visitó estaciones de radio y canales de televisión, realizó mítines por doquier... Todo para repetir el mismo lema: desarrollo.
     Hubo muchos que creyeron en la buena fe del candidato y de los grupos que lo respaldaron. Pensaban que la COCEI había aprendido la lección histórica que los ha alejado del corazón de los juchitecos. La gente dijo: "ya no bloquearán ni violarán nuestros derechos. Ahora que serán gobierno, no se arriesgarán a volverse a ganar el repudio de todos".
     Pero la ingenuidad nunca es buena, pues hace que nos llevemos desagradables sorpresas. Faltando seis meses de despachar en el Palacio Municipal los coceístas han vuelto a hacer de las suyas. Por un lado, algunos  grupos exigen obras para las "colonias populares" (que más bien son bastiones feudales de líderes); otros piden que se respeten los acuerdos signados ante instancias nacionales del perredismo; otros más invaden espacios para nuevos sitios de mototaxis, y cosas por el estilo.
     Decenas de miles de juchitecos, así como habitantes de poblaciones vecinas, padecen los ajustes de cuenta entre las grandes familias políticas de Juchitán. Los caciques se confrontan y la ciudadanía paga.
     Y luego se preguntan por qué hay tanto desencanto hacia los políticos. Sí la mula no era arisca...