Artículo.- La otra cara de la tradición: ¿Velas o pachanga?

Cartel no oficial de las Velas de Mayo,
relizado por Manuel Cabrera.

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el domingo 19/May/2013]

Siempre he procurado que mis textos inviten a la reflexión. Jamás me he sentido satisfecho con sólo narrar acontecimientos políticos o históricos, sino que procuro resaltar las posibles enseñanzas que nos puedan arrojar dichos sucesos. Lo que ya todos saben, o lo que todos piensan, no debe ser repetido si no es bajo argumentos que le den más solidez y que permitan un ejercicio crítico objetivo. Lo mismo sucede con algunos discursos románticos referentes a la tradición. 
     Los zapotecas solemos enorgullecernos de nuestras festividades comunitarias. Cada pueblo binnizá, a pesar de provenir de una misma raíz cultural e histórica, tiene sus peculiaridades, lo cual enriquece nuestras costumbres. Si nos hallamos lejos, extrañamos con fuerza nuestra tierra; añoramos la comida, la música, la lengua, y las formas de convivencia de nuestros paisanos. Y, por supuesto, recordamos hondamente nuestras festividades.
     Mayo es mes de Velas en Juchitán. Y aunque a lo largo de todo el año éstas se realicen, es ahora cuando la ciudad entera se llena de fiestas, y las calles se engalanan con hermosas paisanas; transitan los carros alegóricos, caballos y hasta toros, en un festín de risas. Pero, ¿sabemos qué es una Vela?; ¿estamos conscientes de todo lo que existe detrás? O nos conformamos con acudir a bailar toda la noche, a convivir con los amigos, y a emborracharnos hasta desfallecer.
     Las Velas forman parte de un intrincado sistema festivo que viene de muchas generaciones atrás. No basta con que haya música, personas, botana y cervezas para que una celebración nocturna sea considerada una Vela; pues eso sería simplemente una fiesta. Las Velas son parte de las actividades que realizan las Sociedades; es decir, agrupaciones (generalmente de carácter religioso) con un sentido de compromiso y responsabilidad enormes. Dichas Sociedades están dedicadas a algún sitio sagrado, Santo, o a una actividad productiva (pescadores, campesinos, ganaderos). A lo largo del año estas agrupaciones rinden culto y respeto al objeto de su devoción. Van realizando una serie de rituales movidos por la fe o por el cumplimiento de las costumbres de sus mayores. Algunas Sociedades acuden en procesión a un sitio sagrado en cierto mes del año; como podría ser Dani Igú (‘cerro del camote’). Realizan la labrada de cera, molida de polvo, etc.; y como parte de todo el ciclo ritual, celebran una Grandiosa Vela. La Vela es, pues, sólo un segmento de la tradición; el alma es el culto mismo. Por ello, detrás de la aceptación de alguna Mayordomía suelen existir motivos muy íntimos, como alguna promesa por cierto milagro.
     Sin embargo, ¿qué tan vigente siguen dichas razones? ¿Dónde se encuentra ahora el espíritu de comunidad? Mucha gente ignora la importancia de una Vela, su origen, su significado…En estos tiempos, la mayoría sólo ve en ella mera pachanga. Por eso “ya cualquiera hace una Vela”, como suelen decir algunos ancianos. Basta con que se organicen, contraten un grupo, exijan riguroso traje regional, y ¡listo! El Ayuntamiento realiza su Vela, las escuelas también, los niños, y hasta las compañías extranjeras… 
     Gran parte de nuestros ciclos festivos se han convertido en jugosas fuentes de ingresos para las empresas cerveceras, quienes no dejan de desvirtuar y promover la “costumbre”. Quienes hacen parecer “tradicional” el ingreso al lugar con un cartón de cervezas (pregunto: ¿hace un siglo existían cervezas? ¡No! Existía mezcal, taberná, anisado; bebidas netamente tradicionales que producían los paisanos). Y no digo que el consumir cervezas deba ser satanizado; lo que cuestiono es el hecho de que pretenda verse como obligatorio el enriquecer a una empresa. Y es algo que debemos denunciar; porque no sólo nos vamos olvidando del sentido originario de nuestras celebraciones, sino que estamos cayendo en vicios como el alcoholismo, perdiendo todo respeto para con nosotros mismos. 
     Paisanos: debemos devolverle la majestuosidad a nuestras fiestas; su sentido. Hermano: nada nos cuesta preguntar a los ancianos por la historia de cada celebración particular. Así, al menos sabremos qué estamos “festejando” cuando vayamos a alguna Vela.