Ingobernabilidad

Gubidxa Guerrero

Quien osara entrar en días recientes a la capital comercial del Istmo, Juchitán de Zaragoza, se llevaría una desagradable sorpresa: el primer cuadro bloqueado en los principales cruces de avenidas por volteos y "carretones"; las calles oliendo a estiércol de caballo, pues estos animales son los que jalan los vehículos recolectores de basura. Para decirlo en pocas palabras: Juchitán ingobernable.

Las razones de estos nuevos bloqueos son variadas. Por un lado, se encuentran algunos empresarios del ramo de la construcción que exigen les sean asignadas obras públicas a costa del erario. Por otro, los 'carretoneros' que diariamente recogen la basura que produce esta ciudad de 100 mil almas y que exigen asuntos relacionados a su tarea.

¿Qué pensarían si el día de mañana las vendedoras de tamales de El Tule desquiciaran la ciudad exigiendo les fueran comprados sus productos por la autoridad municipal? ¿Qué sucedería si los sastres o zapateros bloquearan calles y avenidas de Zaachila reclamando la adquisición, por parte del Ayuntamiento, de cientos de piezas? Además de ridículo, consideraríamos estas demandas fuera de toda proporción.

No me he cansado de repetir que cualquier forma de lucha que perjudique al pueblo es ilegítima (ojo: 'la forma', no la lucha en sí misma, que pudiera ser justa o no, dependiendo muchos factores). Pero en el presente caso, atendiendo sobre todo a los constructores movilizados, podemos decir que es hasta ilegal, dado que existen normas y procedimientos que deben cumplirse para que cualquier proyecto sea asignado. ¿Les suena el término 'licitación'?

Para que una obra magna se efectúe es necesario que varias empresas del ramo compitan, ofreciendo las mejores condiciones de calidad, tiempo y costos. Así debería ser. Sin embargo, en el municipio de Juchitán durante muchos trienios las obras públicas se han asignado por la voluntad e intereses del gobernante en turno, así como de las presiones de los grupos de poder. ¿No les parece extraño que muchos líderes políticos juchitecos sean, a su vez, empresarios "exitosos" de la construcción? Sin competencia hay ineficacia.

Que quienes ahora se movilizan no tengan la razón jurídica de su lado, no significa que la posea el Ayuntamiento o el presidente. Aquí el asunto sigue tratándose de las licitaciones, pues si el municipio no está otorgando obras a las empresas quejosas, ¿a quiénes se las está brindando y bajo qué procedimiento?

La imagen de una ciudad sitiada es triste. Pero es más triste que nadie quiera poner orden: ni el gobierno estatal ni el municipal. En tiempos electorales nadie querrá arriesgarse a un desalojo, con las consecuencias políticas que esto pudiera acarrear.

El munícipe juchiteco está entre la espada y la pared. No puede ser juez y parte en el presente caso, ya que su peculiar condición de alcalde y pariente directo de empresarios del ramo, lo hace sospechoso de conducirse con favoritismo. ¿Hay solución? Actuar con rigor, pero con transparencia; someter las obras a concurso, donde el trato a cada una de las empresas sea equitativo. O como dijo Alejando Martí: "si no pueden, ¡renuncien!"

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Texto publicado en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el viernes 10/Feb/2012.