Preguntas fundamentales de la matanza en Iguala

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 09/Oct/2014]

Quien conozca los rumbos, sabe perfectamente que es mucho más sencillo ir de Tixtla a Chilpancingo (capital guerrerense, con un cuarto de millón de habitantes), a 10 minutos, que de Tixtla a Iguala (ciudad de menor importancia), a más de dos horas. 

No sería la primera, ni será la última vez, que jóvenes estudiantes sean utilizados como peones en un tablero de ajedrez al servicio de personajes obscuros pertenecientes a los principales partidos políticos. Eran puros chavos, en su mayoría de primer año. No hubo directriz del Comité Estudiantil de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, conocida sencillamente como Normal de Ayotzinapa, para trasladarse hasta Iguala a "botear" ni para secuestrar autobuses con miras a la marcha del 2 de octubre en el Distrito Federal. 

El viernes 26 de septiembre por la tarde-noche, María de los Ángeles Pineda Villa, esposa del narco-presidente municipal de Iguala (perredista, por cierto), rindió su informe de labores, evento que pretendía ser "reventado". Los mandaron a la boca del lobo. 

Quien conozca los rumbos, también sabe que del Río Balsas hacia el sur (donde quedan Chilpancingo y Tixtla) mandan unos; del Río Balsas con dirección al norte (donde queda Iguala) mandan otros. Me refiero a distintos grupos del crimen organizado. Acostumbran irse a dejar sus "recados" en el límite, por los terrenos de Xalitla y Mezcala. 

Quien conozca el Estado de Guerrero, sabe que desde hace algunos años no gobiernan los políticos. Allá, por desgracia, mandan los delincuentes.

La pregunta es: ¿quién o quiénes instigaron a estos jóvenes normalistas para ir a Iguala? ¿Quién se beneficiaba por las “protestas” durante el informe de la presidenta del DIF local? La justicia debe llegar a los asesinos materiales e intelectuales de todos los niveles, pero también a quienes se valieron de estos muchachos para que cometieran desmanes con "charola" de estudiantes en el feudo de José Luis Abarca Velázquez.

Hay una trama política en el Estado de Guerrero que debe desmenuzarse. Faltan nombres y responsables. Las averiguaciones deben ser ampliadas hasta donde sea posible para que este crimen no quede impune. Sólo así se evitará que se repitan hechos lamentables como los que acontecieron en Iguala de la Independencia.