¿Son malos los mototaxis?

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 12/Nov/2013]

Ante el clima de crispación que vive la región istmeña, muchos achacan a los mototaxis el origen de todos los males. Por eso es bueno preguntarse qué tan nocivos resultan. Y antes de responder, preguntaría, ¿los taxis es el mundo son negativos?, ¿los aviones o las bicicletas?

Tal vez muchas personas piensen que no hay ninguna relación entre los cuestionamientos antes lanzados. Sin embargo, tienen mucho que ver; ya que una herramienta, alguna máquina o un vehículo que brinda un servicio público no es malo en sí mismo.

Si una ciudad tuviera determinado número de autobuses de pasajero, y sus conductores estuvieran capacitados, no habría mayores quejas. Una población con pocos taxis, pero con choferes groseros, se lamentaría sobremanera.

Cuando se ejerce una profesión, sin cuidado ni respeto por los demás, ésta se desprestigia, afectando a todo el gremio. Tal sucede con la mayoría de las corporaciones policíacas de este país, que paso a paso se han ganado el repudio de millones. ¿Y acaso todos los uniformados son malos? De ninguna manera. De hecho, la sociedad necesita de personas que velen por la seguridad colectiva. 

Lo mismos sucede con los mototaxis istmeños. Estos pequeños vehículos resultan muy útiles para entrar a lugares recónditos a un bajo costo. Al consumir poco combustible, abaratan el precio del pasaje, lo que resulta bueno para las familias de escasos recursos. 

Pero cuando pones al frente de estos vehículos a adolescentes o a gente sin cultura vial ni prudencia para conducir, la cosa cambia. Manejar un mototaxi es una gran responsabilidad, porque se tiene en las manos la vida de los pasajeros.

Por ello, es bueno que repensemos en el problema del transporte público en el Istmo de Tehuantepec. Los mototaxis, autobuses urbanos, motocarros o carretones no son malos. Lo que está mal es que no exista capacitación, respeto ni responsabilidad. 

No debemos satanizar ningún medio de transporte porque, después de todo, algún día llegaremos a utilizarlos. Más bien debemos insistir en que quienes estén frente a un volante sepan desempeñar bien su trabajo. Así se sencillo. Y, por supuesto, que dejen de ser utilizados para fines políticos de unos cuantos caciques.