Opinión: Después de la celebración…

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el sábado 25/May/2013]

Desde hace algunas semanas, varios pueblos istmeños realizan magnas celebraciones por diversos motivos. Tlacotepec, Ixtaltepec, Tehuantepec, Salina Cruz, Juchitán, San Blas Atempa y demás comunidades, organizan verdaderas pachangas adonde concurren miles de invitados.
     El atavío de las mujeres es espléndido, las coloridas flores de sus trajes iluminan las pistas de baile y engalanan la enramada más modesta. Propios y extraños se embelesan por la majestuosidad de nuestros ritos. Ya que fiesta es comunión, trabajo y alegría. Pero debemos aprender a que también sea ejemplo de respeto por los sitios que nos enseñaron a adorar nuestros abuelos…
     ¿Después de la fiesta, qué queda? ¿Luego de los vivas a los Santos Patronos o a las Cruces Santas, qué dejamos? La marca de nuestro paso, el daño directo a los lugares sagrados. 
     La basura es un triste fenómeno de nuestro tiempo. Las botellas de plástico, las bolsas de nailon y los envases de cerveza son el sobrante de nuestras festividades. ¿Adónde van a parar?, ¿qué se hace de ellos? Debemos saber que cada bote de refresco que consumimos en alguna Vela o festividad patronal, se convierte en basura, misma que permanecerá contaminando el entorno por cientos de años. 
     Hay que estar conscientes de que no basta con “poner la basura en su lugar”, ya que de cualquier modo ésta se convertirá en contaminante de los mantos acuíferos. El verdadero reto es no generar más desechos plásticos, pues una bolsa (de esas que nos dan en el supermercado) aunque vaya a los basureros públicos, muy probablemente volará por efecto de los fuertes vientos de nuestra región y terminará contaminando los campos.
     Será bueno hacer el ejercicio de visitar las pistas de baile al día siguiente del barullo, para que comprobemos su lamentable estado. Invito a todos a darse una vuelta por los sitios sagrados, lugar de veneración para nuestros antepasados. 
     Paisanos, seamos limpios y mostremos educación. No convirtamos en basureros nuestros lugares santos: manantiales, cruces de caminos, cerros, capillas... El Istmo de Tehuantepec mejorará en la medida que lo hagamos cada uno de sus habitantes. Mientras tanto, les dejo un consejo que alguien compartió en mi Muro de Facebook: “Después de las lavadas de olla, que vengan las lavadas de calle”.