14 de abril de 1850 en Juchitán


Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el sábado 13/Abr/2013]

El mundo está lleno de efemérides que recuerdan los acontecimientos más importantes para un pueblo. Las escuelas públicas realizan modestos actos cívicos para honrar la memoria de quienes dieron la vida por los demás. Las fechas que mayoritariamente celebramos en el Istmo de Tehuantepec son aquellas enmarcadas en la historia oficial: inicio de la Independencia de 1810, inicio de la Revolución cien años después, o la promulgación de la Constitución.
     Casi todos los personajes, así como los acontecimientos, que obligatoriamente debemos recordar nos resultan un tanto extraños. A ello debemos la relativa indiferencia de la niñez por participar en dichos actos conmemorativos. Paradójicamente, nuestros propios personajes históricos y los hechos que acontecieron en suelo istmeño se van olvidando paulatinamente. Cuando mucho, se nos dice que un 5 de septiembre de 1866 un ejército de extranjeros (franceses, austriacos y belgas) y de mexicanos “traidores” (así denominan a quienes apoyaron resueltamente al bando de Maximiliano de Habsburgo), fue derrotado en las inmediaciones de Juchitán. También se señala el 22 de marzo de 1660 como la fecha en que los indígenas de la Alcaldía Mayor de Tehuantepec tomaron el control de amplia zona geográfica, manteniéndola independiente de la Corona Española por más de un año.
     Sin embargo, existen incontables fechas y personajes dignos de mención y honores. Por la cercanía del día, referiré el aniversario del inicio de la gran rebelión de 1850. Un domingo 14 de abril comenzó lo que pasaría a conocerse como la Revolución de Juchitán (así le decían en los diarios nacionales) o la Rebelión de Che Gorio Melendre (como la registró el Dr. Víctor de la Cruz en un libro de su autoría).
     Después de muchos años de tensiones y esporádicos enfrentamientos entre los comuneros zapotecas del Istmo, especialmente juchitecos, y los diferentes gobiernos estatales, estalló el enfrentamiento abierto. Comenzó un día de asamblea, ya que tradicionalmente los juchitecos se reunían a deliberar  cada domingo. Sucedió en las primeras horas del 14 de abril. Del hecho hay dos versiones. Ambas fueron relatadas al Gobernador del Estado, Benito Juárez, por medio de comunicaciones escritas. 
     En la primera, José Gregorio Meléndez alega que él envió una comisión verbal de tres personas a Marcelino Echavarría (Comandante Militar del Departamento), pretendiendo evitar el enfrentamiento abierto entre el pueblo y la Guardia Nacional. Según Meléndez, Echavarría le solicitó por medio de uno de los comisionados, que el paisanaje que se le había incorporado se desmovilizara de inmediato, comunicándole, asimismo, su aprobación para que la entrega del mapa y los títulos se efectuara en presencia de los principales de la población. Meléndez aceptó el trato por considerarlo adecuado, y se dio a la tarea de convencer a los vecinos del pueblo pidiéndoles marcharse a casa. En ese momento, el ejército rodeó a la asamblea y abrió fuego, “y conociendo éstos la desgracia impensada que tenían encima, se defendieron justamente contra la fuerza armada; recayendo, Excelentísimo Señor, esta responsabilidad en el Señor Echavarría, llevando al cabo un capricho injustamente; no habiendo un motivo de fundamento para que obrara tan arbitrariamente”. 
     Para Marcelino Echavarría las cosas fueron de otro modo. Según él, a las 12 horas del día 14 de abril, había mandado una carta al gobierno del Estado informando sobre la actitud hostil en que se encontraba el “faccioso” Meléndez, y a la una de la tarde, éste, en unión de “multitud de vecinos” de Juchitán, resolvió atacarlo sin motivo aparente. En pocos renglones José Marcelino Echavarría relató la primera batalla abierta entre el ejército gobiernista y los sublevados zapotecas: 
“[Meléndez] cargando con toda resolución y por todos los flancos, comprometió una función de armas que sostuve con mi fuerza más de dos horas; pero observando que el pueblo cargaba con mucha decisión y audacia, y que las tropas que yo mandaba, ya no le era posible resistir, pues se dispersaron escandalosamente, tuve á bien retirarme en completa derrota, habiendo sufrido un descalabro, pues se sabe hasta ahora la muerte de un oficial, un sargento y ocho hombres entre soldados y cabos, y veintidós heridos”
     Con esta batalla dio comienzo la gran rebelión de Juchitán contra el gobierno estatal, misma que terminó en febrero de 1853, cuando tropas de todo el Istmo zapoteca ocuparon la capital de Estado de Oaxaca. En el ínterin hubo batallas, incendios, muerte, epidemias. Fueron tres años dolorosos que sentaron las bases del espíritu independiente de nuestros paisanos, y de la autodeterminación étnica que todavía nos falta conquistar…