La caída de México-Tenochtitlan

Gubidxa Guerrero

El 13 de agosto se cumple un año más de la rendición de la ciudad más poderosa de lo que hoy es nuestro país: Tenochtitlan. En 1521 los españoles comandados por Hernán Cortés lograron derrotar finalmente a la Triple Alianza, con ayuda de decenas de miles de guerreros de muchos pueblos que no deseaban seguir tributando a los mexicas.
Esa fecha quedó marcada en el imaginario colectivo; y se toma como referencia para dar comienzo a la Época Colonial. Oficialmente, por decirlo de alguna manera, el 13 de agosto de 1521 termina el período prehispánico o precolombino (de pre: ‘antes’; hispánico: derivado de ‘España’; colombino: de ‘Cristóbal Colón’).

No obstante, en torno a la conquista de Tenochtitlan se ha construido un discurso romántico que apuntala la victimización de quienes habitamos este país. Por ello, me gustaría hacer algunas precisiones.

El 13 de agosto de 1521 no fuimos conquistados ‘los mexicanos’. Fueron sometidos los mexicas, tenochcas o aztecas; es decir, uno de los muchos grupos étnicos que habitaban en lo que hoy es México. De hecho, nuestro país toma su nombre de aquel poderoso Señorío, y el gentilicio que tenemos quienes lo habitamos deriva de aquél. Estrictamente hablando, ‘mexicanos’ eran los habitantes de México-Tenochtitlan, y el idioma ‘mexicano’ ―como todavía se denomina en muchas regiones― es el que hablaban sus moradores, es decir la lengua náhuatl. Hoy se llama ‘mexicanos’ a los habitantes de un país con dos siglos de vida, que tiene dentro de sí a muchos grupos étnicos con identidades culturales diversas. 

A Tenochtitlan no la sometieron únicamente los españoles. Reitero: junto con los cientos de soldados castellanos, venían decenas de miles de guerreros de muchos pueblos adversarios de la Triple Alianza. No sólo los tlaxcaltecas ―quienes dicho sea de paso, también hablaban náhuatl― apoyaron a los conquistadores, sino casi todas las ‘naciones’ que habitaban estas tierras. Y la razón no es otra que la opresión que los mismos mexicas ejercían sobre otras comunidades. Para los pueblos de entonces no fue muy difícil cambiar de un opresor a otro…

El 13 de agosto es una fecha simbólica, y sólo debe ser vista como tal. No debe servir para endiosar a un bando. Pues estrictamente hablando, fueron muchos bandos: españoles, aztecas, mayas, mixtecos, zapotecas, etc.; cada uno de los cuales trató de velar por sus intereses, y cada uno de los cuales vivió su propia ‘conquista’. El reino de Tehuantepec, por ejemplo, jamás fue sometido por las armas. Nuestros dirigentes supieron negociar hábilmente con los comandantes españoles, y establecieron una alianza temprana que permitió que nuestro pueblo mantuviera una relación favorable con aquéllos.

Deben escribirse muchas nuevas historias. Debemos intentar dejar de lado la visión que pretende reducir el pasado a un gran choque entre dos bandos antagónicos: aztecas y españoles. Podemos empezar recordando este 13 de agosto.