EPN frente al Papa Francisco. La idiotez

Obsequios de Enrique Peña Nieto, Presidente de México,
al Papa Francisco
Gubidxa Guerrero


El viernes anterior el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, fue recibido por Su Santidad el Papa Francisco. Alto honor para un mandatario. Más, todavía, en momentos en que el Vaticano ha adquirido una relevancia diplomática de primer orden. 

Mientras que este domingo, 8 de junio, se reunieron para participar en una oración los principales líderes de Medio Oriente, como son los presidentes de Israel y Palestina, respectivamente, la reunión del viernes fue, al menos para mí, vergonzosa.

Me extraña que los asesores del titular del Ejecutivo mexicano no le hayan sugerido otro obsequio. Y es que como parte de la reunión de 25 minutos entre los dos jefes de Estado (no nos olvidemos de que el Vaticano es un país reconocido mundialmente) se dio el habitual intercambio de regalos.

Tradicionalmente suelen brindarse símbolos que representen el imaginario de un país. México, por ejemplo, cuenta con grandes orfebres, gente que confecciona bellos textiles, desde Yucatán hasta Sonora. Su riqueza gastronómica también es proverbial.
Mientras que el Obispo de Roma le ofreció un gran medallón, explicándole que contenía la imagen de la Plaza de San Pedro antes de ser concluida en su construcción, Enrique Peña Nieto le regaló ¡una playera de la selección mexicana! 

Con el regalo, nuestro mandatario dijo: “Ahora que está de moda, le queremos obsequiar la casaca de la selección para que sepa que en México nos ponemos la camiseta”. A lo que el Sumo Pontífice respondió: “Me permito regalarle un ejemplar de la exhortación apostólica. Acá encontrará varias partes: toda una parte dedicada al tema social. Yo se la doy, por si le sirve”, expresó el Papa al entregar un ejemplar de su documento programático Evangelii Gaudium (La alegría del evangelio).

No se trata de que nos guste o no el fútbol. Se trata de lo que el Presidente representa para 120 millones de personas y de la cacareada investidura que debe cuidar. Si a esas vamos, hubiese sido mejor que le regalara la máscara del Santo o del Rayo de Jalisco, luchadores al fin, que entretuvieron a millones de aficionados.

La selección mexicana es un equipo privado, surgido de clubes deportivos igualmente privados, cuyos dueños suelen ser personajes como Emilio Azcárraga o Carlos Slím. No hay nada de público ni mexicano en ellos, además del nombre y la nacionalidad de sus jugadores. El famoso mundial de fútbol lo organiza la FIFA, otra institución privada que genera jugosos dividendos a sus accionistas.

Nadie niega que el balompié signifique un entretenimiento para cientos de millones de personas en el mundo. Pero ni representa formalmente a nuestro país, ni es símbolo de “unidad nacional” (se entendería, quizá, si fuéramos una potencia futbolística como Brasil o Italia). 

Considero que el Presidente se equivocó gravemente al escoger el presente que entregaría a esta figura política y espiritual de nuestro tiempo. 

Si se ha dicho hasta el cansancio que varias de las leyes secundarias de las reformas estructurales se aprobarán “coincidentemente” durante el mundial de fútbol, no cabe duda de que con esta acción en Roma, Peña Nieto ha puesto el dedo en el renglón.   


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Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 09/Jun/2014; en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el viernes 13/Jun/2014.