De fútbol y otras desgracias

Estos niños han logrado más que la
selección mexicana de fútbol
Gubidxa Guerrero

No acostumbro ver el fútbol profesional. Para mí, desde hace mucho, la televisión perdió su encanto. Prefiero jugar un partido de salón con amigos entrañables, apostando una tlayuda, que mirar acongojado cómo son derrotados once tipos que ganan muchísimo más dinero que, digamos, un científico.

Como repiten los comentaristas, el balompié es un simple espectáculo destinado a brindar entretenimiento a las masas, lo que no constituye ningún delito. Sin embargo, cuando los valores de un país se encuentran tan invertidos, resulta preocupante el protagonismo de los grandes clubes.

No pretendo contribuir a la satanización de un bonito deporte. Pero sí me gustaría que consiguiéramos separar la afición sincera de millones, de la desvergüenza de quienes se hacen más ricos con cada partido disputado y con cada clasificación lograda.

Gane o pierda la selección mexicana, Televisa, TvAzteca y otros grandes emporios resultan beneficiados. Aunque si el Tri vence, les va mejor que si éste es derrotado. Las camisetas, los fetiches, los anuncios comerciales y toda la mercadotecnia detrás del equipo nacional hinchan de dinero a poderosos empresarios de la industria del entretenimiento.

Por eso no ha sido tan malo el resultado que nos dejó el magro desempeño de los consentidos de las televisoras mexicanas; pues permitió que el país los conozca tal cual son: de baja calidad y con sueldos exorbitantes, que están lejos de desquitar.

Ojalá las recientes derrotas permitan que el apasionamiento de la afición mexicana se ajusté a la realidad futbolística de nuestro país. No somos Brasil ni Alemania. Tampoco tenemos un programa integral que impulse el deporte. Más bien somos el país con el más alto índice de obesidad, así como el campeón en el consumo de refrescos.

Deseo que México clasifique al mundial. Quiero que la gente se sienta contenta de ver a sus representantes deportivos en el más grande torneo del orbe. Pero también me gustaría ver un pueblo más preocupado por asuntos que inciden en su vida cotidiana ―como las reformas estructurales― que mirar a una afición desubicada. Damos pena.  

PD: Felicitaciones a los niños basquetbolistas triquis. Sin el impulso de Televisa, sin tenis y sin las felicitaciones presidenciales, consiguieron poner en alto el nombre de su etnia y de todo México. Además, alegraron muchos corazones sin gastar un peso y sin enajenar a nadie. 




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Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 17/Oct/2013. Publicado en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el sábado 19/Oct/2013.