Opinión: Lucha fraterna en Juchitán


Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 12/Mar/2013]

Comienzan a manifestarse los grupos económicos y políticos favorables al proyecto eólico en Juchitán. Como se sabe, decenas de personas mantienen bloqueado los accesos a Playa San Vicente, donde una de tantas empresas ―transnacional, por supuesto― pretende levantar sendas torres generadoras de electricidad.
     La discordia está sembrándose. No es casual que las personas se organicen para pedir la intervención de la fuerza pública para desalojar a sus paisanos. Detrás de los manifestantes parece haber poderosos intereses que están azuzando a las partes. 
     Los empresarios saben que ellos mismos no pueden marchar para esgrimir un derecho. Los medios que los señores del dinero utilizan son directos con el Gobernador del Estado. El mensaje que pretende darse se dirige a la opinión pública, pues una marcha ciudadana resulta más convincente que una declaración desafortunada (como cuando Mareña Renovables dijo ―a manera de ultimátum― que cancelaría el proyecto en la Barra de Santa Teresa, para que Gabino Cué mandara a la policía estatal).
     Mis paisanos deben tener mucho cuidado. Reza el dicho que “para que la cuña apriete debe ser del mismo palo”. La estrategia parece ser de confrontación. Zapotecas enfrentándose con zapotecas. Tal como en algunos pueblos huaves consiguieron que los ikoots se confrontaran con sus hermanos. 
     Por ello debemos hacer un poco de historia: Juchitán, desde su centro urbano hasta la última de sus parcelas hacia los cuatro puntos cardinales, pertenece al común. Las innumerables rebeliones que encabezaron personajes como José Gregorio Meléndez, Albino Jiménez o José F. Gómez fueron para dotar a los habitantes y a sus descendientes de territorio suficiente para subsistir.
     Tradicionalmente las autoridades que resguardaban el mapa, otorgaban las parcelas a los particulares, pero sólo se tenían en usufructo; jamás en posesión. Por tanto, no podían ser vendidas, y para hacer algún tipo de transacción con ellas, era necesario contar con la autorización colectiva.
     Históricamente cada juchiteco, hombre y mujer, ha tenido derecho de gozar de los beneficios de la tierra por la que pelearon los ancestros. No conozco a un solo paisano que no tenga un pariente muerto en alguna de las tantas rebeliones pasadas. Por tanto, a todos asiste el mismo derecho.
     Sin embargo, las empresas eólicas están negociando con ‘particulares’. Con individuos con nombres y apellidos que les están “rentando” las tierras para instalar aerogeneradores. La pregunta es, ¿con autorización de quién? Porque Juchitán tiene décadas sin comisariado de bienes comunales. Es decir, no cuenta con la autoridad competente para facultar a los ‘particulares’ que negocien con la tierra que históricamente ha pertenecido a todo el pueblo.
     Hoy en día muchos políticos se han vuelto terratenientes y esgrimen papeles, que bajo un análisis minucioso, dejan algunas dudas. Es momento de hablar de leyes y derechos. Pero con todos los argumentos en la mano: los legales, históricos y legítimos. ¿Comenzamos?