Opinión: Renuncias necesarias


Luego de la anuncio del Papa un rayo cayó sobre la Basílica
de San Pedro. Foto tomada de Internet.


Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 13/Feb/2013]
A todos nos tomó por sorpresa la renuncia del Papa. En los últimos siglos ningún Obispo de Roma había dejado voluntariamente el cargo. Tan bien que me cae. Hasta lo sigo en Twitter. Pese a lo que muchos piensan, ha hecho bastante por sanear moralmente a la Iglesia. Me parece no sólo un gran líder para la comunidad católica en el mundo, sino un magnífico Jefe de Estado.
     Tal como su antecesor es recordado como el Papa viajero, Benedicto XVI lo será por su inesperada renuncia. No me detendré a aventurar hipótesis de las que cientos ya se han publicado. Más bien, aprovecharé la oportunidad para recordar la invitación que hizo el poeta Javier Sicilia hace algún tiempo a los malos funcionarios.
     El "si no pueden, ¡renuncien!" se ha transformado en tendencia en Twitter, invitando a hacer lo propio al inquilino de Los Pinos. El hashtag #PeñaRenunciaTeApoyamos se apoderó de la popular red social, aprovechando que la abdicación del Papa es la nota de actualidad. Lo anterior, si bien no representa a una mayoría abrumadora, es síntoma de la frustración social para con la clase política en general. Uno de los mensajes con más reproducciones, complementa: "Puedes justificarlo por pendejez, idiotez, delincuencia o corrupción. Motivos no te faltan. Tienes nuestro apoyo total".
     ¿Cuántos malos funcionarios siguen ocupando responsabilidades para las que no están capacitados? ¿Cuántos personajes no sólo no dejan los cargos que ejercen negligentemente, sino que luchan por alcanzar puestos más altos?
     El mensaje que el Papa dio al mundo está haciendo eco en millones de personas, que piensan que sí él fue capaz de hacerse a un lado por el bien de la Iglesia ―aunque nada lo obligaba a ello― muchísimos funcionarios nocivos podrían imitarlo.
     Pero, oh, triste realidad. No sólo permanecerán; sino que los políticos mexicanos incompetentes pueden tener la tranquilidad de que, por ahora, nadie los echará y que, llegado el tiempo, quizás terminen dando clases en alguna universidad extranjera...