Vladimir Putin. O el resurgimiento del poderío ruso

Gubidxa Guerrero

Después de la Segunda Guerra Mundial surgieron dos potencias hegemónicas: Estados Unidos de América (EEUU) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El poder del orbe dejó de estar en la Europa tradicional, donde se había mantenido desde hacía cinco siglos.

La URSS fue la denominación con la que se enmascaraba el imperio de los zares, que tenía por corazón a la blanca Rusia. El sistema político de dicho imperio se había trastocado, pero no su extensión. De esta manera la URSS continuó siendo el país más grande del mundo, pero con un sistema político comunista, que logró resistir y vencer a la maquinaria de guerra de la Alemania nazi.

Por más de cuarenta años los soviéticos se disputaron --y repartieron-- el planeta junto con los estadounidenses, periodo conocido como la Guerra Fría. La URSS era sinónimo de fuerza y determinación, ya que lograron llevar a cabo un asombroso proceso de industrialización en unas cuantas décadas, mismo que estuvo plagado de muertes y violencia.

Hace más de veinte años la Unión Soviética colapsó, el régimen comunista fue derribado y muchas de las ex Repúblicas Socialistas que la integraban, consiguieron la independencia. Rusia quedó debilitada, sus empresas estatales fueron privatizadas de forma desordenada y descarada, y el poder político disminuyó a tal punto que el país apenas fue considerado para el nuevo orden mundial.

Estados Unidos emergió como potencia única e indiscutible, lo que la condujo a excesos por todos conocidos: la invasión a Afganistán, la Guerra de Irak, y la intromisión excesiva en los asuntos de otras naciones. 

Entonces surgió un personaje peculiar. Ex agente de la KGB (servicio de inteligencia de la era soviética), campeón de artes marciales y político implacable: Vladimir Putin. Este hombre fue capaz de estabilizar el caos que reinaba en su país desde la desintegración de la URSS. Posteriormente logró una mejora paulatina de los índices económicos, y una mayor influencia de Rusia en el plano internacional.

Gobernó del año 2000 al 2008 (en 2004 fue relecto), tiempo suficiente para que sus compatriotas aprendiera a admirarlo, y sus enemigos a temerlo y respetarlo. Vladimir Putin devolvió la dignidad a los rusos, y hoy en día no se toma una decisión crucial en el planeta sin que se considere su opinión.

En 2008 no pudo presentarse a las urnas, pues la Constitución de Rusia impide dos relecciones consecutivas, pero fue nombrado Primer Ministro por el Presidente Dimitri Mendvédev, cargo desde el cual siguió tomando decisiones cruciales.

Cuatro años después, Vladimir Putin volvió a presentarse como candidato. Después de un período presidencial, el ‘nuevo Zar’ de Rusia compitió y ganó abrumadoramente la presidencia. Los sondeos previos a la elección le daban una mayoría absoluta en las preferencias, y las ‘encuestas de salida’ le dieron un 63% de los sufragios.

Putin gobierna por seis años más, pues la Constitución fue modificada alargando el periodo presidencial. Putin ha dicho: “Gracias a todos los que han dicho ‘sí' a la Gran Rusia”. El mandatario saliente expresó: “Esta victoria no se la cederemos a nadie. La necesitamos para que nuestro país sea moderno, fuerte, e independiente”. 

En los festejos por el 70 aniversario de la victoria soviética contra el nazismo, Vladimir Putin volvió a demostrar por qué es tan respetado y temido por las potencias del mundo. No doblegará a su país buscando el reconocimiento de los Estados Unidos o la Unión Europea. Seguirá anteponiendo los intereses de su nación a la política sectaria de otros países. Así es como debe dirigirse un pueblo.


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Texto publicado en Enfoque Diario el jueves 14/May/2015.