Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 16/Dic/2013]
La semana inicia con la aprobación de la Reforma Energética en la mayoría de los congresos estatales del país, sin discusiones de fondo y entre quejas y protestas disminuidas.
La izquierda mexicana que se vistió de nacionalismo para abanderar la “defensa” del petróleo no tuvo mucho eco. De hecho, desde que arrancó el año y se firmó el famoso Pacto por México mucha gente vio al PRD como mera comparsa del nuevo régimen, por lo que pocos creyeron que en verdad fuera a tomarse en serio eso del “cerco” al Congreso.
Las paráfrasis insultantes de una diputada y el desnudo de un legislador no ayudaron mucho. Más bien otorgaron pretextos perfectos a los grandes medios informativos para mofarse del debate que proponían los diputados opositores a las nuevas reformas constitucionales. Si a eso sumamos que apenas algunas semanas antes el PRD y el PRI aprobaron conjuntamente la Reforma Fiscal, la confusión aumenta.
Los políticos pueden darse el lujo de ser cínicos, pero no torpes; por lo que me sorprendió sobremanera que justo en la semana que se votaría la reforma más importante de los últimos sexenios, al gobierno del Distrito Federal se le ocurriera aumentar la tarifa del Sistema del Transporte Colectivo Metro en más de un 60 por ciento.
La Ciudad de México es el principal bastión de la llamada izquierda mexicana. Sirvió de plataforma para construir las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000, de Andrés Manuel López Obrador en 2006, así como la precandidatura de Marcelo Ebrard en 2012. Es ahí donde se han impulsado los programas sociales más ambiciosos, que después han sido retomados por otros gobiernos, tales como el programa de útiles escolares gratuitos, el seguro médico universal, el apoyo a las madres solteras, el programa Prepa Sí, entre otros. Y en el ánimo de granjearse el apoyo popular se había mantenido un fuerte subsidio al transporte público que utilizan la mayoría de capitalinos diariamente.
¿Por qué, entonces, darse un tiro en el pie precisamente cuando la izquierda necesita posicionarse como una opción cercana a la gente? Para millones de personas poco enteradas de lo que se discute en ambas cámaras, fue mucho más grave el aumento a la tarifa del Metro que la aprobación de la Reforma Energética; ya que lo primero fue resentido en sus bolsillos de inmediato, mientras que lo otro llevará su tiempo.
Si Enrique Peña Nieto ha podido echar a andar su ambiciosa agenda de este año, se debe ―además de la habilidad de sus operadores políticos― a la torpeza de quienes deberían ser oposición, tanto en el PAN, pero sobre todo en el PRD. No sabemos qué tan bueno o malo pueda ser que un mandatario haya barrido con los obstáculos para impulsar su política. El tiempo lo dirá.