Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 19/Dic/2013]
Los proyectos eólicos en la planicie costera de la región istmeña están a toda marcha. Con algunos problemas han logrado instalar cientos de torres generadoras de energía eléctrica, principalmente con capital extranjero.
Uno de estos “problemas” se llama Álvaro Obregón (o Guixhi ro’, en idioma zapoteco, que significa ‘monte grande’), agencia municipal de Juchitán, donde campesinos y pescadores se opusieron a la instalación del parque auspiciado por Mareña Renovables en terrenos de San Dionisio del Mar, pueblo huave colindante con Chicapa de Castro.
Pese a las garantías del gobierno, la empresa tuvo que retirarse por la presión internacional y para evitar derramamiento de sangre. Esta “victoria” de los activistas antieólicos dio nuevos bríos a su causa, que permitió que en la Séptima Sección de Juchitán se creara un movimiento de oposición a un parque que se está levantando en las inmediaciones.
El tema ha cobrado más o menos relevancia, dependiendo el momento político del que hablemos. Recientemente supimos de la visita de algunos funcionarios de la Unión Europea que acudieron a las obras de Bi Hioxho, al poniente de Juchitán, donde además de corroborar que la zona se encuentra en la ruta ancestral de procesión de la Santa Cruz Guzebenda, también verificaron que se ha afectado al menos un pozo de agua, tal como dio a conocer un diario de circulación nacional.
Ahora, lo preocupante es el divisionismo que parece estar aumentando entre los mismos habitantes de Juchitán. Por un lado, un sector de pobladores de Álvaro Obregón (agencia municipal fundada hace aproximadamente ochenta años por soldados juchitecos bajo el mando de Heliodoro Charis Castro) opuestos al proyecto eólico de Mareña Renovables declaró que impedirá la pesca a habitantes de la Séptima Sección de Juchitán por, supuestamente, haber éstos aceptado apoyos de empresas eólicas para sus faenas diarias, tales como motores y/o lanchas.
Resulta alarmante que en aras de un idealismo mal entendido, se confronten los zapotecas de dos núcleos poblacionales que se dedican a la misma actividad; ya que la respuesta de quienes se sintieron agredidos fue inmediata, impidiendo la entrada de vehículos provenientes de Álvaro Obregón a la cabecera municipal.
Los grandes perdedores en esta disputa serán los mismos juchitecos, independientemente del grupo al que pertenezcan. Los ganadores indudables serán los políticos mañosos y las grandes empresas transnacionales, que seguirán haciendo de las suyas mientras los zapotecas se pelean. ¡Digamos no a la violencia entre hermanos!