El PRI de siempre |
Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 17/Abr/2013]
Ayer se publicó un desplegado de plana completa, firmado por José Luis Maldonado Pineda, precandidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia municipal de Salina Cruz.
En dicho documento el firmante expresa su inconformidad por la simulación en su partido para maquillar imposiciones. Dice lo que muchos priístas de toda la región han afirmado en privado: que en las cúpulas parecen existir pactos para entregar ciertos municipios mediante candidaturas condenadas al fracaso.
No es de extrañar que el mismo caso se repita en Tehuantepec, Ixtaltepec y Juchitán, por mencionar sólo algunos de los municipios más importantes de la región istmeña. En todos ellos se denuncia situación idéntica.
Es destacable que militantes del tricolor, con muchos años de participación, hagan públicas las inconformidades que la ciudadanía apartidista manifiesta en conversaciones de sobremesa. Pero ante todas estas quejas la dirigencia estatal no se inmuta, lo que parece confirmar la sospecha de que todo está "amarrado".
Bien dicen que mal de muchos, consuelo de tontos. Pero, si de algo sirve, los priístas deben saber que su caso es similar al que hoy padece la coalición gobernante en el Estado de Oaxaca. En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) los liderazgos están minando la confianza de las bases. Por todos lados surgen arribistas queriendo obtener una postulación inmerecida. De Acción Nacional (PAN) mejor ni hablar. Luego de la derrota estrepitosa del año pasado en todo el país, se conforma con lo que le dejen. Si individualmente cada partido tiene dificultades inmensas, multiplíquenlas por dos...
Así las cosas en el sureste de México. Quien diría que los institutos políticos caerían tan bajo. Quien pensaría que el PRI se volvería a comportar con la torpeza que le costó la gubernatura.
Resta esperar la reacción de los priístas de base, que todavía están a tiempo de dar una lección a sus cúpulas, saliendo a votar por los contrarios o, simplemente, absteniéndose de legitimar las imposiciones quedándose en sus casas el día de la elección. Sólo así los dirigentes rancios entenderán que estamos en otra época.