Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 19/Abr/2013]
El movimiento magisterial en el Estado de Guerrero va tomando fuerza. Las escenas que vimos la semana anterior en la Autopista del Sol mantuvieron al país en vilo.
Nadie pudo dejar de rememorar a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), conglomerado de agrupaciones sociales y políticas que paralizó la capital de nuestra Entidad por medio año durante 2006.
Y es que, al igual que ahora en Guerrero, hace siete años el movimiento político-social inició desde el magisterio, encarnado en la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), grupo rival de Elba Esther Gordillo. Para que las similitudes sean mayores, habría que agregar que surgió precisamente después de un intento de desalojo del Centro Histórico de Oaxaca de Juárez en el mes de junio.
Eso lo sabe perfectamente el gobierno federal, que parece haber aprendido la lección de Oaxaca. Lo que no significa que vaya a declinar tomar el camino de la represión inmediata, sino que tal vez lo haga de una manera contundente, de tal manera que no haya posibilidad de que el movimiento crezca a un nivel difícil de controlar.
Los profesores guerrerenses, además, se están enfrentando a la federación, lo que constituye una diferencia significativa con lo que fue la APPO, que tuvo meses para crecer pues se confrontaba principalmente con Ulises Ruiz porque el país estaba más atento a la crisis postelectoral de los comicios de julio de 2006.
Sin embargo, en Oaxaca pudo más el soborno (a ciertos líderes magisteriales y sociales) y la fuerza pública que los genuinos deseos de mejora. Pudo más el hartazgo de decenas de miles de personas, cansadas de la paralización económica, que las exigencias del gremio magisterial. Al final, luego de un alto coste, las cosas fueron volviendo a la normalidad.
Hoy vemos a profesores desafiando a las autoridades de su Estado. Los miramos cercando el Congreso local de Guerrero y amedrentando a funcionarios. Y sucede por la sencilla razón de que se piensan intocables. Exactamente en igual situación se creyó Gordillo cuando osó desafiar a Enrique Peña Nieto. Y miren donde se encuentra.
El Gobierno parece haber entendido su lección. ¿El magisterio de la Coordinadora aprendió la suya?