Las mujeres-esperanza de Cachimbo

Rosa Elvia Hernández Vicente, una de las cuatro "abuelas solares".
Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 12/Mar/2014]

Ayer redacté una opinión en torno a la penosa situación que vive una pequeña comunidad pesquera al extremo oriente del Istmo de Tehuantepec, justo en el brazo de tierra que colinda con el Estado de Chiapas: el pueblo llamado Cachimbo en lengua castellana, Bilumbú en idioma zapoteco o Püm en huave. 

El huracán Bárbara que golpeó duramente al pueblo, no sólo se llevó techos de palma y las láminas de asbesto de la capilla de la Santa Cruz, sino la esperanza de algún tipo de atención gubernamental mexicana. Antes de Bárbara, el pueblo no tenía agua potable ni energía eléctrica. Después del huracán, tampoco hay agua ni energía. Sólo promesas de políticos sin escrúpulos. 

Lo que sí ha nacido en la comunidad es la esperanza que representan cuatro mujeres que se marcharon el miércoles 23 de octubre del embarcadero del pueblo, despidiéndose de sus familias y amistades entre sollozos y tristeza. Ellas son Rosa Elvia Hernández, Norma Guerra Ramos, María Aidee López Díaz y Olga Lilia Pimentel. Están finalizando sus estudios en el Barefoot College (Universidad de los Pies Descalzos) en el aprovechamiento de energía solar. Y son de Cachimbo.

Después de haber sido recibidas por el Embajador de México en la India, Jaime Nualart, quien las ‘apadrinó’ en la clausura de cursos, regresarán el lunes 17 de marzo a la Ciudad de México, de donde abordaron el vuelo trasatlántico el viernes 25 de octubre del año pasado con rumbo a la República India. Hasta allá llegaron gracias a la iniciativa de Bunker Roy, del apoyo decidido del Comité Autonomista Zapoteca “Che Gorio Melendre” y de los ánimos de mucha gente que creyó en el proyecto. 

Luego de su aterrizaje en el Distrito Federal participarán en varias actividades de bienvenida en la capital del país y en la ciudad de Juchitán (el jueves 20 de marzo) para finalizar su periplo en Cachimbo el mismo día del equinoccio de primavera: el viernes 21 de marzo. 

Las cuatro “abuelas solares”, como son conocidas estas mujeres de entre 40 y 55 años, instalarán con sus propias manos lámparas y paneles solares que iluminarán su pueblo entrañable. Como parte del proyecto que sufraga el Barefoot College, el gobierno de la India y distintas entidades donantes de todo el planeta, llegarán a Cachimbo decenas de equipos integrales que se alimentarán mediante la luz del sol. En algunos meses este pueblo olvidado de los gobiernos mexicanos será completamente electrificado mediante energía renovable. 

Las “abuelas solares” son el orgullo de muchas mujeres mexicanas y de los habitantes de Cachimbo. Estas cuatro abuelas que dejaron hijos, esposos y nietos para ir en pos de un conocimiento que redunde en beneficio del pueblo, son la verdadera esperanza de Cachimbo. Mujeres dedicadas a la pesca, al comercio o a cuidar de un rancho, que le demostrarán a todo el país que sí se puede; que nunca es tarde para aprender y contribuir con la comunidad.

Cachimbo en el abandono

Capilla de Cachimbo. Domingo 2 de marzo de 2014.
 Fotografía Fidel Cruz Santiago
Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 11/Mar/2014]

Corrían los últimos días de mayo. Las lluvias se habían adelantado en la región istmeña, como suele suceder de vez en cuando. Nadie sospechaba lo que ocurriría. Las pocas personas que tenían radios de batería ya que en esta comunidad no cuentan con energía eléctrica habían escuchado que un huracán llamado Bárbara tocaría tierra en el puerto de Salina Cruz. Nadie imaginaba que el curso del meteoro cambiaría súbitamente moviéndose hacia el Este, entre los Estados de Chiapas y Oaxaca. Fue el día en que Cachimbo quedó bajo el agua. 

El huracán tocó tierra en esta larga península que durante ocho meses se vuelve, literalmente, una isla desconectada de tierra firme. Por eso se le conoce como Isla de León-Cachimbo. Las decenas de familias que habitan la zona corrieron el riesgo de desaparecer. 

“Lo que nos salvó fue que Bárbara llegó de día. De habernos agarrados dormidos, ahorita estaríamos muertos”, cuenta José Barrientos, pescador de la comunidad cuya casa fue arrasada por los fuertes vientos. 

Ningún hogar se salvó del huracán. Bárbara arrancó lo mismo grandes árboles de pochote que volteó lanchas y desprendió los techos de asbesto, lámina y palma de las casas. Pero, milagrosamente, no cobró ninguna vida humana.

En su momento, lo que ocurrió en esta pequeña agencia municipal de San Francisco Ixhuatán fue noticia nacional. Medios digitales e impresos de todo el país, dieron cuenta de los destrozos. El gobierno estatal prometió ayuda y la Federación también anunció apoyos para los pescadores y la comunidad. 

“Si la ayuda llegó al municipio, se habrá quedado en la cabecera, porque aquí apenas nos tocaron algunas láminas y un par de cajitas de despensas”, dice el agente municipal llamado José Abel. Él completa: “Hasta Cachimbo llegaron funcionarios del Estado y de la Sedesol que supuestamente nos iban a apoyar a la reconstrucción. También se dijo que nos iban a reubicar, cosa que nosotros no deseamos, porque vivimos de la pesca. Sin embargo, sí necesitamos viviendas que nos sirvan como refugio en temporada lluviosa”.

A diez meses de Bárbara la pescadería de Cachimbo está casi igual que cuando fue azolado por el huracán. Vive, desafortunadamente, en el abandono; sin agua potable ni energía eléctrica. ¿Adónde se fueron las promesas de nuestras autoridades? Parece que se las llevó el viento, como se lleva la arena de la playa.  

Razones de fondo: COCEI vs Cabildo Comunitario

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 10/Mar/2014]

A raíz del conflicto en la Colonia Álvaro Obregón, agencia municipal de Juchitán, entre el Cabildo Comunitario de dicha comunidad y el Ayuntamiento de la cabecera, muchas personas se preguntan por qué un gobierno municipal que se dice de izquierda se confronta con un movimiento social que también podríamos catalogar como izquierdista.

Esta aparente contradicción se refleja en la actitud de algunas personas con respecto el conflicto. Hay quienes consideran que condenar los actos provocadores del Ayuntamiento es “políticamente incorrecto”, pues no se deben reprobar las acciones de un gobierno emanado del PRD-PT-COCEI. Otros, asimismo, creen que la satanización que los líderes políticos juchitecos han hecho del movimiento social de Álvaro Obregón es igualmente inadecuado.

¿Qué sucede entonces? ¿Por qué dos grupos que aparentemente deberían luchar por las mismas causas están confrontados? ¿Por qué un alcalde que se ostentó como defensor de los derechos de los pueblos indígenas, hace el papel de simple operador político al servicio de los grupos coceístas?

La razón es de fondo. Desde que la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (COCEI) se reveló tal cual es, entró en una dinámica simple y meramente electoral. La COCEI se presentó, desde entonces, como un consorcio con muchas sucursales; cada una bajo la gerencia de un “líder histórico”, normalmente los expresidentes municipales de Juchitán. 

Los dirigentes coceístas se dedicaron a lanzar lemas de campaña y a cerrar carreteras, olvidándose de la verdadera lucha que reclamaban los pueblos istmeños en torno a la tierra y a la autonomía política. A los campesinos los volvieron clientes; personas dependientes de los estímulos económicos de la federación. A los pescadores y a los comerciantes les aplicaron la misma estrategia, de tal manera que los coceístas se dedicaron a “administrar” los problemas sociales con el objeto de movilizarse-negociar-cobrar ante los gobiernos en turno. De izquierda, pues, únicamente han tenido el nombre.

Con el grupo que se encuentra en Álvaro Obregón no podemos decir lo mismo. Aunque es muy joven, este movimiento ha demostrado que, al menos en lo interno, no desea la intromisión de entes ajenos. Tal fue la lucha contra Mareña Renovables. Ese episodio, que pudo haber unido a los dos grupos, sirvió más bien para dividirlos. Mientras los pescadores y campesinos de Guixhi ro’ (como se conoce a Álvaro Obregón en lengua zapoteca) defendían decididamente su territorio, los líderes de la COCEI les daban la espalda.

Cuando el conflicto estalló y vino la represión de la Policía Estatal, los “izquierdistas” de la COCEI no movieron un dedo por sus paisanos. Antes bien, parecieron ponerse del lado de las autoridades estatales y de Mareña Renovables. Eso provocó que la gente de Álvaro Obregón, agrupada en la Asamblea Comunitaria, decidiera repudiar a los políticos que antes habían respaldado.

Ése fue el costo que pagaron los líderes coceístas por su indiferencia: no ser admitidos más en el seno de una comunidad que los había apoyado por varios lustros. El movimiento antieólico respetó a sus paisanos coceístas, pero éstos no hicieron lo mismo y en lugar de reconocer las decisiones de la comunidad, optaron por provocarlos, convocando a elecciones cuando la Asamblea Comunitaria y el Consejo de Ancianos de Álvaro Obregón ya habían realizado una elección propia para elegir a un Cabildo Comunitario interno. 

Después vinieron los hechos violentos de la semana pasada, las notas en La Jornada, en Proceso, y pronunciamientos de Amnistía Internacional. Hasta el Obispo Emérito, Arturo Lona Reyes, emitió un comunicado respaldando a la comunidad zapoteca de Álvaro Obregón. Es ahora cuando más claro se muestra el verdadero rostro de la otrora digna COCEI.  

Los sistemas calendáricos zapotecas

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 09/Mar/2014]

La cultura zapoteca es muy rica, diversa y dinámica. Se adentra por todas las áreas del conocimiento y va nutriéndose de nuevos saberes.  A lo largo de miles de años el pueblo zapoteca ―que hoy habita varias regiones del actual Estado de Oaxaca― fue construyendo una rica civilización. Mucho le debe el mundo mesoamericano al pueblo de las nubes. Baste precisar que las primeras edificaciones en el estilo piramidal que hoy conocemos, se originaron entre los zapotecas del Valle; específicamente en la población que hoy lleva el nombre de San José El Mogote. Los vestigios más antiguos de escritura mesoamericana también corresponden a nuestro pueblo. 

Sin embargo, hoy hablaremos de una de las aportaciones más asombrosas que puede hacer una civilización: su sistema calendárico. En estos tiempos se ha puesto de moda buscar nuestra fecha de nacimiento de acuerdo a calendarios ajenos al convencional, mismo que heredamos del Imperio Romano. Así, en los grandes medios informativos, solemos escuchar noticias del Año Nuevo chino, o el hebreo. 

Mucha gente ignora que así como otras grandes civilizaciones diseñaron un calendario solar, nuestros antepasados binnigula’sa’ crearon, no uno, sino dos sistemas para medir el tiempo. El primero de ellos es conocido como ‘calendario civil’ o ‘solar’, constaba de 365 días, y era tan preciso como el que más, al que cada cincuenta y dos años se agregaban 13 días, para ajustarlo (algo similar a los actuales días bisiestos). Servía, sobre todo, para las labores agrícolas y políticas. El otro era el denominado ‘calendario ritual’ o ‘religioso’, tenía 260 días y tenía, sobre todo, fines piadosos.

El ‘calendario civil’ estaba compuesto por 18 veintenas, lo que daba un total de 360 días, más 5 días ‘aciagos’ que servían para completar el año. El ‘ritual’ tenía 20 trecenas, que daba un cómputo exacto de 260 días.

Uno se preguntará, ¿cómo hacían nuestros antepasados zapotecas para manejar estos dos calendarios de manera simultánea?, ya que mientras uno llegaba a su fin el otro seguía su curso. Cuando los 260 días del calendario ‘ritual’ se completaban, reiniciaba nuevamente en el día 1, mientras que el calendario civil continuaba en el 261. Cuando el calendario civil llegaba a los 365 días, el ‘ritual’, que había recomenzado tiempo antes, continuaba en el 105… Y así sucesivamente. El inicio de los dos sistemas calendáricos volvía a coincidir cada 52 años, lo que implicaba el comienzo de un nuevo ciclo del tiempo. 

Los vestigios de los calendarios zapotecas datan de más de dos mil años (más de mil 300 años antes de que los aztecas llegaran al Altiplano Central; y 500 años antes de los primeros registros de la cultura maya), lo que ha hecho pensar a los investigadores que los calendarios zapotecas sirvieron de modelo para otros grupos étnicos que lo retomaron, para su utilización; tal como hoy muchos pueblos nos servimos de un sistema calendárico estandarizado de 12 meses.
Si bien los calendarios prehispánicos ya no se emplean masivamente, todavía existen poblados zapotecas que utilizan el calendario ‘ritual’; sobre todo en la Sierra Sur. Es importante que aprendamos de nuestros hermanos los usos religiosos que otorgan a estos métodos para medir el tiempo, para que preservemos este milenario saber. 

Guidxizá y la tradición literaria zapoteca

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 08/Mar/2014]

La literatura en leguas indígenas no puede entenderse sin el referente de la etnia zapoteca. Desde 1935 Andrés Henestrosa y una pléyade de escritores istmeños iniciaron un proyecto editorial que marcaría el devenir de la cultura de los pueblos de origen binnizá.

Neza, que significa camino, se llamó esta revista periódica. Comenzó a publicarse hace casi 80 años y comenzó a configurar la incipiente literatura zapoteca. En ella vieron la luz por vez primera los textos de Gabriel López Chiñas y de su hermano el Capitán Jeremías. También escribieron en sus páginas personajes como Enrique Liékens y Francisco Javier Sánchez Valdivieso, mejor conocido como Pancho Nácar. 

Desde Neza se creó la Academia de la Lengua Zapoteca, proyecto inédito, que pretendía dotar de carácter científico, al conocimiento a nuestro propio idioma. Si no conocemos Neza, poco podremos entender el camino tortuoso que han recorrido nuestras letras. 
Cinco años después de Neza, llegaría El Istmo, que sin ser una publicación estrictamente literaria, cumplía con el objetivo de congregar y divulgar la historia, el arte y las letras de los zapotecas istmeños. Luego vino Diidxa’ de efímera vida en la década de los cincuentas.

Cuando parecía que la vitalidad intelectual binnizá se apagaba, surgió Neza Cubi (‘Camino nuevo’), modesto proyecto de revista cultural que tuvo como Director al célebre Macario Matus, y como Jefe de Redacción a Víctor de la Cruz, quien hoy es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Esto sucedió en 1967, hace 45 años.

En Neza Cubi vieron la luz las viñetas de un joven pintor juchiteco llamado Francisco Toledo, quien se encontraba en París iniciando una meteórica carrera artística, que lo convertiría en uno de los más grandes pintores de México. 

Luego de 14 números, Neza Cubi se apagó. Pero pocos años después (en 1973), iniciaría la revista Guchachi reza’, que dirigiera Víctor de la Cruz y que apoyara tan decididamente Francisco Toledo. Esta publicación de casi 60 números no ha podido ser igualada.

Hoy, sin embargo, la Revista Guidxizá, publicación cultural de Comité Melendre, lleva 17 números desde 2004 hasta la actualidad. Cada vez mejora en calidad y colaboradores; cada vez se acerca más a sus dos grandes referentes literarios: Neza y Guchachi’ reza. Guidxizá, la revista, es un esfuerzo persistente ajeno a las instancias gubernamentales; Guidxizá es la materialización de esta voluntad perseverante que tiene nuestra etnia, yendo más allá de donde los límites autoimpuestos lo fijan. 

Pero Guidxizá nunca ha pretendido expresar el sentir exclusivo de nuestras raíces. Ella se abre al mundo, para retroalimentarse. Por eso tal vez no peque de espíritu provinciano en sus páginas, sino que camine con el propósito de universalidad, sin dejar de ser lo  que somos.

El francés no necesita negar su identidad para proyectarse al mundo, como tampoco lo requiere el alemán o el ruso. ¿Por qué un zapoteca tendría que negar su carga identitaria para ser uno más con los ciudadanos del orbe? Asumirse binnizá no suma ni resta, únicamente define.  

Sigamos apostando y apoyando los esfuerzos editoriales propios, porque en la cultura y las artes está el cimiento de la transformación de nuestros pueblos.