Heliodoro Charis Castro y el “Plan de San Vicente”

Charis (sentado) y sus lugartenientes
Gubidxa Guerrero

Todo istmeño ha escuchado hablar del General Charis. Su fama llega incluso a otras regiones de nuestro país, casi siempre en la forma de chiste o mofa. Como si fuéramos grandes literatos, manejadores hábiles del idioma castellano, nos burlamos del soldado que siempre se expresó en zapoteco, su lengua madre. Sin ningún recato nos reímos de lo que ‘cuentan’ que dijo: anécdotas que giran en torno a su deficiencia para hablar el español.

Pero, ¿sabemos qué hizo este hombre? ¿Conocemos su vida o su obra? Sin habernos percatado, en los pueblos del Istmo muchos estamos en deuda con él. Oficialmente, se tiende a resaltar su vida como la del militar valiente al servicio de los gobiernos postrevolucionarios, o como la del General de División que jamás perdió una batalla. Pero Charis también fue guerrillero; enarboló las banderas históricas de autodeterminación étnica, como hicieron antes que él José Gregorio Meléndez, Máximo Ramón Ortiz, o el Licenciado José F. Gómez.