Por Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 21/Dic/2012]
Luego de los espectaculares anuncios en torno a la reforma educativa, que según los expertos, mermaría influencia y poder a la lideresa vitalicia del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo decidió protestar.
La Maestra, como se le conoce popularmente, esperó el momento propicio para dar las primeras señales de oposición al proyecto gubernamental que, valga decir, es apoyado por todos los partidos políticos (menos el Panal, propiedad de la señora) y un buen sector de la sociedad.
Luego de tres semanas de paciente prudencia, una de las mujeres más poderosas del país, expresó refiriéndose a sus agremiados: “Esta organización no va a permitir que se atropelle el mínimo derecho o se haga un mínimo agravio a los profesores”.
Y es que, haciendo honor a la verdad, debemos recordar que la principal preocupación de Gordillo deben ser sus agremiados, no la calidad educativa. Después de todo, la función de un líder sindical es ésa: velar por las prerrogativas de sus afiliados; cosa que La Maestra no ha hecho tan mal, aunque en el intento haya sido cómplice del rezago educativo…
En tono similar al de sus adversarios en el Sindicato (la famosa Coordinadora), la lideresa magisterial espetó: “Sí a la calidad de la educación, sí a la excelencia de la educación, sí a la educación pública, laica, POPULAR, gratuita y nacional; pero NO A LA PRIVATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN, ni simulada, ni abierta”. ¿Sonó a amenaza?
Aunque los voceros de uno y otro bando aseguren que no hay pleito, podemos ver a la vuelta un encontronazo que podría cimbrar el país. No se nos olvide que Elba Esther Gordillo representa a un millón y medio de trabajadores.
Todo este asunto me hizo pensar en la fallida guerra contra el crimen organizado. Se dice que la ejecución o captura de altos capos permitió que las bandas se multiplicaran en cárteles más pequeños pero más violentos. ¿La salida de La Maestra podría propiciar en todo el país el surgimiento de liderazgos radicales como los de la Sección 22? ¿Podrían, el Gobierno Federal y los Estados, lidiar con semejante foco de conflicto? ¿El debilitamiento del SNTE fortalecería a quienes apuestan por la privatización del sistema educativo mexicano? Las preguntas están en el aire. Recordemos que cada asunto tiene varias caras...