Bailar en zapoteco o de la esencia de nuestras danzas

Ilustración.- Miguel Ángel Charis

Gubidxa Guerrero

En todo el mundo conocen el traje de la mujer istmeña; vestimenta colorida, fruto de la continua interacción entre las zapotecas y el mundo. El traje de tehuana ―como se conoce popularmente el conjunto de resplandor, huipil bordado (o de cadenilla) y enagua de holán― está asociado a los sones tradicionales istmeños, igualmente, producto de influencias e interacción con el mundo, surgido de la mente y corazón de los músicos zapotecas. 

Una zapoteca vestida de traje duplica su esplendor cuando baila un son. Al igual que las chontales, huaves, mixes y zoques del Istmo de Tehuantepec. La elegancia de nuestras hermanas, madres y abuelas es incomparable cuando danzan al compás de La Llorona, La Sandunga o La Petrona. Nada se iguala, en los varones, al zapateado de Un Son por Alfa Ríos

La música de viento significa un aspecto fundamental de nuestro ser como istmeños. Todo mundo lo reconoce y así lo valora. Somos quienes parecemos resistirnos a explayarnos conforme nuestra cultura; a reafirmar nuestra identidad también de esta manera. Porque así como se habla en zapoteco, se piensa y se canta en didxazá, se debe, también, bailar en zapoteco.

¿De qué sirve tanta elegancia en las damas si no se proyecta en las danzas? ¿De qué valen los habilidosos músicos de viento si no pueden compartir su arte en muchas Velas? Los sones y el garbo de las zapotecas se opacan por el predominio excesivo de otros géneros musicales. 

Debemos encontrar un equilibrio entre nuestra cultura y las del mundo; entre nuestra música y los bailes "de moda"; entre las bandas tradicionales y los grupos versátiles. De otra manera, las Velas perderán su encanto, y habrá que ver bailar sones istmeños sólo en las películas, festivales escolares y eventos folklóricos institucionales como la Guelaguetza. 

En nuestras manos está la posibilidad de rectificar, siguiendo el ejemplo de algunas Sociedades/Hermandades de Vela, que alternan el grupo musical con una banda tradicional para que todos bailen al ritmo de distintos géneros. No se trata de excluir los demás sonidos del mundo, pues nuestra cultura se ha enriquecido de todos ellos. Se trata de no dejar morir los sonidos de la nación zapoteca.

Este mayo pongo a consideración de los respetables miembros de las distintas SociedadesHermandades Zapotecas e Istmeñas lo siguiente: que en cada Vela, Lavada de Ollas, Domingo de Fiesta u otras celebraciones, se toque al menos un cincuenta por ciento de sones. 


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Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 25/May/2014. Publicado en Cortamortaja el lunes 13/May/2024.