Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 22/Ene/2014]
Es usual que si alguien aspira a ganar una elección deba entablar acuerdos con diferentes actores políticos. Pero la prudencia invita a que dichos acuerdos no sean una carga mayor para la ciudadanía, que el posible beneficio que ésta pueda obtener con la victoria. Es decir, los pactos, para que sean efectivos, deben ser mesurados.
Consecuencia natural de los compromisos ilegítimos son los problemas administrativos. Cuando alguien desea ocupar un cargo de elección popular a base de negociaciones turbias, lo resiente la ciudadanía.
Tal fenómeno parece estarse viviendo en el puerto de Salina Cruz, donde actualmente despachan una veintena de regidores; cosa que la ley no prevé.
¿A qué se debe que en la ciudad más importante del Istmo de Tehuantepec haya tantos concejales? Sencillamente a las negociaciones postelectorales que permitieron el “triunfo” de Rosa Nidia Villalobos, candidata del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Al puerto le está ocurriendo lo que he ha sucedido varias veces a Juchitán: una saturación de miembros del cabildo, sin reconocimiento legal, pero con sueldos homologados.
Y es que, como pasó en la tierra del General Charis, los regidores “inflados” no firmaban las Actas de Cabildo que tenían peso jurídico, pero sí participaban en la parafernalia municipal y, por supuesto, cobraran como los regidores constitucionales.
En Salina Cruz todos los sectores encontraron cabida; y como la alcaldesa no estaba en condiciones de imponer su voluntad, luego de la forma tan cuestionada en que llegó al puesto, tuvo que ceder en prácticamente todo lo que sus “aliados” exigieron.
En aras de una mal entendida gobernabilidad, el puerto de Salina Cruz padece una saturación de regidores, cada uno con su propia plantilla de trabajadores, lo que hará más oneroso el gasto que pagan los contribuyentes.
Y en todo este asunto resulta irónico que quien obtuvo la victoria en las urnas pero que perdió en tribunales, el Dr. Mariano Vicente, apenas se vea representado en este cabildo abultado. Uno hubiese pensado que para contentarlo se le otorgarían suficientes puestos en el Ayuntamiento. Pero no sucedió así. Más bien los lugares fueron ocupados por grupos que están mirando más en sus propios intereses que en los de cien mil habitantes que ahora deben gobernar. Lástima.