Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 20/Ene/2014]
¿Cómo se mide la ingobernabilidad de una ciudad? ¿Cómo pueden saber los habitantes de un municipio que en éste reina la paz y la concordia? Hay muchos indicadores para reconocer a una administración fallida. El asunto de la basura es uno, el del transporte público otro, el de la seguridad y la vialidad, también.
Quien llega a Juchitán de Zaragoza se encuentra con una importante vialidad cerrada a la circulación de vehículos. La calle en cuestión se llama Miguel Hidalgo, y se encuentra a sólo tres cuadras del Palacio Municipal, en pleno centro de la ciudad.
Hace algunos meses los vecinos, cansados de que los mototaxis circularan en doble sentido (cuando la avenida es de uno solo) e instalaran bases en las inmediaciones, decidieron actuar. Se pusieron de acuerdo y simplemente dijeron “no a las bases de mototaxis en Hidalgo”, cerrando desde entonces, hasta la fecha, esta importante avenida.
Como estaba finalizando la administración anterior y el asunto involucraba a líderes políticos de la llamada izquierda juchiteca, que respaldan a cientos de mototaxistas, se dejaron las cosas por la paz. Durante las últimas semanas del gobierno municipal de Daniel Gurrión Matías, la calle Miguel Hidalgo se mantuvo obstruida, causando un daño a la imagen del alcalde (y de la ciudad, por supuesto), quien cerraba su gobierno con otro problema irresuelto.
Cuando los gobiernos se renuevan, el entusiasmo se apodera de los munícipes; al menos durante los primeros meses. Después, es común que vayan bajando paulatinamente el perfil hasta desentenderse por completo de los problemas de sus gobernados.
Uno hubiese creído que a los pocos días de que Saúl Vicente Vázquez se sentó en la presidencia municipal estaría solucionando un problema esencial de Juchitán; máxime si le basta dialogar con sus aliados, quienes son el principal obstáculo para que el tema se resuelva.
Pero oh, desilusión. Ni porque la denominada COCEI gobierna, el alcalde emanado de sus filas se ha preocupado por dar satisfacción a los vecinos que sólo piden respeto por lo que marca el reglamento local: Hidalgo es de un solo sentido (de poniente a oriente).
¿O será por eso mismo? Tal vez los políticos de hoy no miren como urgente resolver crisis causadas por sus correligionarios y se dediquen a valerse del poder local para imponer su ley, lo que sería gravísimo, dado que estaríamos ante las puertas de un régimen de oídos sordos.
Para el presente caso no hay discursos ni reuniones que valgan. Basta con que se giren instrucciones puntuales para que se respete la seguridad de los vecinos, peatones y automovilistas que durante varios lustros utilizaron esta vialidad de la manera estipulada. No son los vecinos quienes deben pedir lo que por derecho les corresponde. Es la autoridad la que debe darles satisfacción, aunque sea contrariando la voluntad de sus “compañeros de lucha”.