Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 19/Nov/2013]
Nutridas noticias llegan desde la República Bolivariana de Venezuela. Se nos habla de escases de papel higiénico, de crisis económica y del camino hacia la dictadura. Con los desatinos del Presidente Nicolás Maduro se refuerza la idea de que a este país sudamericano lo gobierna un loco.
Equívocos de los mandatarios se dan todos los días. Con agendas saturadísimas, ningún jefe de Estado está exento de cometer errores, que a la vista de las redes sociales se multiplican por millones. ¿No pasa asimismo con Enrique Peña Nieto? Ni bien nos olvidamos de una, cuando comete otra equivocación. Sin embargo de éstos, más allá de YouTube o de algún medio alternativo, los grandes consorcios de la información callan. No así con el Presidente Maduro, que más parece mandatario de muchos países del continente, que titular del Poder Ejecutivo venezolano.
La información que nos llega del país de Bolívar es preocupante, tanto por las contradicciones del régimen, como por lo que estos síntomas han significado en otros momentos históricos: el antecedente de un violento cambio de régimen.
En 2002 sabotajes, carestía, manifestaciones, y yerros presidenciales antecedieron al golpe de Estado que sacó a Hugo Chávez del poder por 48 horas. En aquel entonces la movilización popular, la prudencia del primer círculo del mandatario y una serie de circunstancias azarosas permitieron el regreso del futuro coco del imperio norteamericano, quien se mantuvo en el poder, ganando elección tras elección, hasta que un cáncer acabó con su vida el año pasado.
El Comandante Hugo Chávez designó a Nicolás Maduro su sucesor, poniendo a su disposición toda la maquinaria estatal para poder vencer en las elecciones presidenciales. Venció por estrecho margen. Pero Maduro no es Chávez, y ni con todo el esfuerzo que ha desplegado, logra reunir las cualidades de éste, a quien hasta sus mismos detractores reconocen innegable cualidades de liderazgo.
Ojalá América Latina no tenga que volver a sufrir derrocamientos sangrientos. Fue muy penoso superar esa etapa, y en algunas naciones del continente las heridas no terminan de cicatrizar. Espero estar haciendo una mala lectura del acontecer al sur de la frontera porque, independientemente del régimen, los golpes de Estado no deben repetirse…