Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 22/Nov/2013]
Decenas de comerciantes informales han instalado sendos puestos en los andadores del parque central de Juchitán. Varios líderes de estos comerciantes están frotándose las manos pensando en el jugoso coto de poder que significa dominar tan estratégica zona. Y es que, tal como un terreno lotificado es un excelente medio para comprar conciencias, la posesión de los espacios sobre el parque resulta un medio todavía mejor, para tener voluntades al servicio de ciertos individuos.
Debe diferenciarse entre dos tipos de comerciantes: el primer grupo está constituido por quienes tienen todo el derecho de ofrecer sus productos en los espacios destinados para ello (por ejemplo, las vendedoras del “Mercado 5 de septiembre”, de los corredores del Palacio Municipal o de sus afueras), y que generalmente mercadean bienes tradicionales y perecederos (oro, huipiles, comida, productos de la región). El segundo grupo, se conforma de personas con igual derecho de ganarse la vida honradamente pero que, sin embargo, ofrecen sus productos en espacios no previstos para ejercer el comercio (por ejemplo, los puestos que se instalan al interior del parque), y que usualmente venden objetos no tradicionales, sino más bien “fayuca” (discos, juguetes de plástico, etc.).
El primer conjunto, al estar compuesto por comerciantes que ejercen su actividad de forma legal, no está sujeto a liderazgos políticos. El segundo, como está integrado por vendedores no regularizados, tiende a adherirse a alguna “corriente” política para que puedan laborar sin mayores problemas (pagando, claro está, las cuotas debidas, y prestando servicios en los mítines y eventos proselitistas de los dirigentes en turno). Este segundo grupo (tanto comerciantes, como sus líderes) son los que ya se encuentran posesionados del parque juchiteco.
Cabe mencionar que todo ciudadano tiene el derecho de ganarse el pan honradamente. Pero el derecho de unos termina donde comienza el de otros. Y si bien, los comerciantes del parque tienen el derecho de gozar de un empleo, los cien mil juchitecos también cuentan con la prerrogativa de tener un espacio recreativo. Después de todo, la finalidad de un parque es servir de lugar de encuentro y esparcimiento; así como el objetivo de un mercado es el de utilizarse como centro de venta.
El alcalde de Juchitán tendrá que afrontar una gran prueba antes de finalizar su mandato. Deberá decidir adecuadamente en lo concerniente a este asunto. A él toca velar por el interés general de su población, sin olvidar que debe buscar alternativas para reubicar a los comerciantes que sólo quieren procurarse el sustento.
Daniel Gurrión Matías debe evitar a toda costa convertirse en rehén de grupos de poder que intentarán chantajearlo. Él tendrá que elegir entre negociar con ellos o mantenerse firme y decidir por el bien común. Para todos debe salir el sol: para los ciudadanos que necesitan un parque libre y para los comerciantes que requieren de un espacio digno para ofrecer sus productos. A quienes no debe prometerse nada, es a los políticos sin escrúpulos que sólo se aprovechan de las necesidades de la gente para sus fines obscuros.