Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 09/Oct/2013]
El mes pasado Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, presentó al Congreso y a la opinión pública su propuesta de Reforma Hacendaria. Para entonces el asunto de la Reforma Educativa ―aunque seguía su curso en las calles y plazas― había sido zanjado en la legislatura.
La mayoría de los mexicanos fueron poniendo más atención a las propuestas en materia fiscal, mientras que el tema de la CNTE aminoraba. Dos aspectos causaron controversia: el IVA a las colegiaturas y a la renta de viviendas e hipotecas.
La reacción no se hizo esperar, y mucha gente comenzó a protestar por los nuevos gravámenes. Se acusó a Peña Nieto de atentar contra la cada vez más reducida clase media, y destacados columnistas y políticos cercanos a la derecha, también protestaron.
Sin embargo, hubo otros señalamientos que no hicieron eco, como el impuesto a las operaciones bursátiles, ya que la mayoría de la población está a favor de que esto ocurra.
Fue curioso ver a muchos izquierdistas quejándose de la iniciativa, cuando por décadas varias de las propuestas fueron su bandera. Fue todavía más curioso que el PRD hiciera causa común con el PAN para oponerse a la señalada Reforma.
El temor de un costo político alto echó para atrás a los priístas, quienes acaban de anunciar que “corregirán” varios aspectos de la iniciativa presidencial “que han generado cierta inconformidad”.
El asunto es sospechoso. Parece que el Presidente y su equipo se anticiparan a la reacción de la opinión pública, y que, pese a ello, propusieran la Reforma que todos conocimos. ¿Por qué? Para tener mayor margen de negociación; puesto que con esos puntos álgidos, que evidentemente muchos iban a cuestionar, podrían lograr que otros aspectos se conservaran. Como suele decirse: si quieres diez, pide veinte.
Ahora, las principales fuerzas políticas parecen haber alcanzado el acuerdo para un documento común, que deje satisfechos a todos: al PRD, que desea que los multimillonarios sean gravados; al PAN que se opone a que la llamada clase media se vea afectada; y al PRI, que desea quedar como el partido de los consensos…
En este mes quedará “amarrada” esta otra reforma, para que en noviembre puedan entrar, sin distracciones, a la energética. Entonces se librará la batalla más importante del año; con AMLO, Cárdenas, el PRD, Morena, la CNTE y un cúmulo de sectores en la calle.