Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario el sábado 28/Sep/2013]
¿Cuántos prejuicios se alimentan de manera aparentemente ingenua? ¿Cuántos estereotipos no se difunden mediante ‘chistes inocentes’? En México esto es de lo más común. Desde niños crecimos viendo películas de la India María, donde la protagonista ―una mujer mazahua con dificultades para hablar el español y desenvolverse en una sociedad avasallantemente distinta― hace malabares tratando de salir avante.
Pese a lo que alguno pudiera objetar, de que al final María “siempre gana” (pues por medio de ingenio supera los obstáculos), el personaje en sí mismo nutre la idea de que los habitantes de los pueblos originarios son personas ignorantes, torpes, pobres, y un sinfín de etcéteras. En eso reside el riesgo de estas películas.
Desde hace mucho tiempo, en México, muchas personas utilizan el término ‘indio’ de manera despectiva. Con esa palabra definen lo tosco, lo mal hecho, lo soso. Tanto así, que uno de los insultos preferidos en la vida cotidiana es justamente esa palabra, pero con un tono fuerte, que denote el desprecio hacia la persona agredida.
Dicha actitud seguramente sería censurada por los grandes medios informativos o instituciones gubernamentales si se dirigiera contra la comunidad judía o árabe. Si alguien pretendiera fortalecer un estereotipo del judío avaro, del afrodescendiente esclavo o de un árabe terrorista, de inmediato sería criticado (¿recuerdan a Vicente Fox cuando dijo que nuestros paisanos hacían en Estados Unidos “lo que ni los negros hacen”?). Pero con millones de personas que conforman las decenas de etnias del continente no sucede igual.
Las redes sociales son una importante plataforma donde la información viaja a niveles sin precedentes. Lo que acontece en otro continente, en cuestión de segundos nos puede ser asequible. Tal pasa con las noticias, con los artículos, videos y demás. Lo que ha posibilitado mayor cantidad y calidad en la información.
Pero así como una noticia vuela en internet, lo hacen también los prejuicios. Cientos, si no es que miles de fotos circulan en Facebook o Twitter, haciendo mofa de sectores vulnerables. Ante este uso, que repercute negativamente en nuestra sociedad, debemos estar alertas, y conminar a nuestras amistades para que eviten reproducirlos.
Una imagen dice más que mil palabras, por ello debemos tener mucho cuidado con lo que ‘compartimos’.