Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 25/Sep/2013]
En cuanto se levantó el bloqueo de taxistas en Juchitán, el sábado por la tarde, la gente comenzó a contar los días para que el conflicto se reanudara.
“Si la Constitución y demás leyes violan, ¿qué será un simple acuerdo?”, decía irónica una señora que miraba cómo los conductores se organizaban para retirar sus unidades de motor de las vialidades más importantes de la ciudad.
Los taxistas levantaron sus bloqueos con la promesa de que esta vez sí se respetarían las minutas que han suscrito con líderes de mototaxistas. Además de granjearse la molestia de miles de usuarios, tuvieron que aceptar la misma condición de siempre: promesas y más promesas.
A las pocas horas, uno de los tantos liderazgos de la COCEI incumplía lo pactado, habilitando bases para sus mototaxis a dos cuadras del centro de la ciudad. Eso provocó nuevos amagos de movilización de la contraparte… y el cuento de nunca acabar.
Las autoridades ya no le ven solución. Aunque nadie quiera decirlo, la situación sólo puede empeorar, porque la cantidad de vehículos que prestan el servicio de pasaje en Juchitán es abrumadora. Y los liderazgos ya no pueden controlar a sus agremiados.
Sin embargo, hay una solución sencilla, pero que las autoridades no se animan a intentar: liberalizar el transporte público. Es decir, dar a cada ciudadano el derecho de hacerse de una concesión, siempre que pague los impuestos correspondientes y que demuestre estar capacitado para conducir un vehículo de pasajeros, tanto en la modalidad de taxi, como de mototaxi.
Una decisión así terminaría de tajo con los chantajes de los dirigentes que cada mes secuestran a los habitantes de una de las ciudades más importantes del Estado de Oaxaca. Daría, también, certeza jurídica a las personas que hoy ejercen este oficio sin los papeles necesarios, contando para circular con simples permisos gestionados por los nuevos barones del servicio de pasaje.
Liberalizar el transporte no podría provocar el aumento de unidades de por sí sobresaturadas; pues, ¿quién se animaría a comprarse un taxi o mototaxi sabiendo que las ganancias son ínfimas debido a la competencia? Seguramente sólo se sumarían los mismos que hoy circulan en la “ilegalidad” (aunque usted no lo crea, existe la categoría de ‘legales’ y ‘piratas’ entre mototaxistas).
Mientras el gobierno siga pretendiendo resolver los bloqueos mediante arreglos poco claros que sólo benefician a las cúpulas, la ciudad padecerá con más frecuencia el caos y la intransigencia. Es tiempo de que se piense en nuevas opciones.