Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 28/Ene/2014]
Gran alarma ha generado la supuesta reaparición del virus de Influenza AH1N1 a lo largo y ancho del territorio nacional. Como si del año 2009 se tratara, los medios informativos más importantes del país han dado cobertura al número de casos y a los lugares donde se han reportado víctimas de esta epidemia.
Para quien está acostumbrado a ver por televisión, en programas “serios”, notas informativas acerca de un raro animal denominado “Chupacabras”, resulta muy sospechoso que se posicione un tema alarmista en pleno escándalo por la guerra michoacana entre el cartel de los Caballeros Templarios y los grupos de autodefensas y policías comunitarias.
Todo México ha estado hablando de las batallas en Tierra Caliente; el mundo también hizo la observación al Presidente de México, Enrique Peña Nieto, en el foro económico más importante del planeta, en Suiza. Y justo en ese contexto resurge la alarma.
“Piensa mal y acertarás”, reza el dicho. Por eso uno debe preguntarse qué tan conveniente resulta la alarma nacional como distractor oportuno. ¿O es que de 2009 a la fecha no ha vuelto a presentarse un caso de Influenza AH1N1?
Según información oficial, desde que el virus apareció, hace cinco años, no ha habido periodo invernal sin que se reporten decesos. Por tanto, es relativamente normal que haya muertes por este tipo particular de gripe.
Entonces ¿a quién beneficia el pavor colectivo que parece estarse induciendo? Es fácil de adivinar: al gobierno federal, que vio empañado su paquete de reformas por el asunto michoacano.
Enrique Peña Nieto había estado recibiendo felicitaciones de muchos gobiernos mundiales que lo veían con estatura de estadista. Para algunos analistas él y su equipo habían destrabado asuntos que se venían posponiendo desde el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, hace casi veinte años. Pero lo que para unos eran logros, para otros resultaban grandes derrotas de la clase trabajadora.
No obstante, todos pensaban que en Davos el Presidente de México recibiría muchas palmadas de aprobación. La realidad desmintió el pronóstico optimista, pues la violencia en Michoacán empañó a la administración federal que pareció no hacer lo suficiente para paliar el problema que si bien no provocó, sí debió identificar y enfrentar a tiempo (¿acaso no para eso se le pagó a un asesor colombiano tan controvertido?).
Con los antecedentes antedichos se recomienda ser precavido a la hora de leer o escuchar noticias sobre la “propagación del virus”. Tal vez alguien quiera que desviemos la atención de un tema más preocupante.