Javier Duarte, exgobernador priísta de Veracruz, fue arrestado en Guatemala este sábado 15 de abril. A través de un comunicado, la Procuraduría General de la República (PGR) anunció:
“Como resultado de las investigaciones realizadas por las dependencias que integran el gabinete de seguridad del Gobierno de la República y con el apoyo de la Oficina Central de Interpol en Guatemala, Javier Duarte de Ochoa fue localizado y detenido con fines de extradición en el Municipio de Panajachel, Departamento de Sololá, en ese país”.
A pesar de ser Sábado de Gloria, día del período vacacional en que más distraídos estamos, las reacciones no se hicieron esperar.
Políticos de distintos partidos, activistas y usuarios de redes sociales han coincidido, casi unánimemente, en una explicación a esta detención: todo ha sido planeado en aras de ayudar al PRI en las próximas elecciones en el Estado de México.
Citan para ello la famosa “caja china”, método de uso corriente en México mediante el cual se distrae la atención de la opinión pública con un pequeño escándalo que, a su vez, puede servir de trasfondo a un escándalo menor que pretende desconcentrarnos del meollo del asunto.
Se dice que la detención de Javier Duarte beneficiará a Alfredo del Mazo, candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México, en la jornada del 4 de junio de 2017. Para ser sincero, no entiendo cómo la captura de un exgobernador de su mismo partido pueda ayudar a Del Mazo. Es como recordarle a los votantes la clase de mandatarios que emanan del tricolor. Sería como creer que la detención de un alto dirigente de Morena, por actos de peculado, beneficiaría a Andrés Manuel López Obrador de cara a la elección presidencial.
Creo que los cuerpos de inteligencia de nuestro país han sido subestimados. Pienso, además, que poseen información privilegiada no sólo de los exgobernadores corruptos, como Gabino Cué o Guillermo Padrés, sino de los mandatarios todavía en funciones. Y considero, asimismo, que dicha información es utilizada principalmente para fines políticos, en momentos bien determinados.
¿Me estoy contradiciendo al decir lo anterior? No. Estoy insinuando que las razones para hacer efectiva la detención del veracruzano no han sido precisamente las que la mayoría cree.
¿Cuál podría ser el motivo, entonces, para detener a Javier Duarte en pleno Sábado de Gloria? Precisamente, que fuera lo menos escandaloso posible. La desaparición de Luz y Fuerza del Centro por Felipe Calderón Hinojosa, el más famoso ‘gasolinazo’ de Enrique Peña Nieto y algunas otras medidas delicadas se anunciaron en días festivos, tratando de generar el menor impacto mediático, por lo criticables que pudieran resultar.
En el caso que nos atañe, considero que el más alto círculo del poder político de nuestro país resolvió capturar a Duarte en un momento de distracción nacional, para evitar que sirviera de recordatorio general de la impunidad que gozan los priístas. Más valía arrestarlo ahora, en plena Semana Santa, que a pocos días de la jornada comicial, o que pasadas las elecciones, pues, como ya comenté, su detención en otro momento podría ser utilizada por la oposición mexiquense para refrescar la memoria de los votantes acerca de las mañas de los gobernadores priístas.
Después de todo, coincido con la mayoría de los mexicanos en pensar mal de nuestras instituciones. Lamentablemente, la experiencia nos ha vuelto desconfiados y pesimistas. Coincido también en que la detención del exgobernador veracruzano obedeció a razones políticas. En lo que no coincido es en dichas razones, ya que, mientras la mayoría piensa que se le capturó para beneficiar a Alfredo del Mazo, yo creo que se le atrapó para perjudicar su candidatura lo menos posible, pues en otro momento habría generado reacciones menos previsibles.
De cualquier manera, debemos congratularnos por esta detención. Ojalá sea el comienzo de una serie de arrestos. Hay más de un exgobernador que merece hacerle compañía.
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Columna publicada en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el lunes 17 de abril de 2017.