Destacó la presencia de los concejales del PRI, quienes respaldaron al ahora presidente municipal |
Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 6/Ene/2014]
La semana pasada hablamos de la toma de posesión de la alcaldesa de Salina Cruz. Hoy toca escribir acerca de la asunción de Saúl Vicente Vázquez a la presidencia municipal de Juchitán de Zaragoza.
Al igual que en el puerto, en la tierra del General Charis se definieron las cosas hasta el último mes del año. A diferencia de Salina Cruz, no tomó posesión quien no ganó en las urnas, sino quien ―con todo e irregularidades durante los comicios― obtuvo amplia victoria de la mano de todos los grupos de la denominada COCEI.
Con Saúl Vicente, la “izquierda” juchiteca vuelve al palacio municipal, después de una breve ausencia en que dirigió sus destinos Daniel Gurrión Matías. Destacó un hecho en la toma de posesión del primero de enero: la presencia de los regidores del PRI y, sobre todo, del ex candidato a la alcaldía Héctor Matus Martínez, quien también ya es concejal. Hasta una mención aparte merecieron del nuevo alcalde.
Sea como sea, es alentador que una ciudad tan dividida vea en sus autoridades muestras de concordia. Desafortunadamente, no es en la gente que ahora ostenta un cargo en donde reside el poder real de esta población de cien mil habitantes, sino en los grupos políticos que cuentan con la posibilidad de paralizar la actividad económica de buena parte de la región, de la que han hecho gala en los últimos lustros.
El verdadero acuerdo debe darse ―más que entre individuos con cargos públicos pero sin poder genuino― entre los “políticos” (como se autodefine una gama de personajes de distintos partidos, que, cuales señores feudales, disponen de la voluntad de miles de ciudadanos maniatados con lotes, mototaxis y dinero) que no muestran señales de querer levantarse de la mesa donde llega y se distribuye el millonario presupuesto para Juchitán.
El reto para la presente administración será domar las fieras que fueron soltadas intencionalmente durante los últimos tres años, en aras de demostrar que Gurrión Matías “no sabía gobernar”. Lo lograron, y a todos se hizo evidente el caos e ingobernabilidad en Guidxiguié’; de tal modo que pocos aprobaron la pasada administración.
Por ello, es lícito preguntar, ¿qué tan contraproducente será para la misma COCEI los delitos que se alentaron en los años recientes? ¿Podrá esta coalición de líderes personales retomar las riendas de Juchitán, donde no hay autoridad que valga? ¿Podrán los dirigentes de las facciones coceístas y priístas poner orden en sus filas?
Todos deseamos que la paz, el crecimiento económico y la justicia social imperen en Juchitán. Por desgracia, el panorama no se ve tan alentador. No obstante, debemos hacer votos porque las buenas intenciones de la presente administración se realicen, sin dar cheques en blanco a nadie. Debemos vigilar que la voluntad popular sea cabalmente cumplida.