Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 25/Oct/2013]
Entre un narcobloqueo y un retén de Policía Comunitaria; entre un cierre carretero de las mafias políticas, y la actitud de los vecinos de Av. Hidalgo, en Juchitán, hay un mundo de diferencia. La misma que existe entre la delincuencia y la legítima defensa.
Siempre he considerado que las formas de lucha o de protesta que afectan al pueblo son ilegítimas. Por ello resulta interesante la reacción de los juchitecos ante el caso de Independencia e Hidalgo: de abrumador apoyo.
Vecinos pacíficos, en su mayoría comerciantes, amas de casa y profesionistas, fueron violentados en su tranquilidad por la decisión arbitraria de un grupo de líderes políticos y de autoridades incompetentes que, en aras de frenar un problema que ellos mismos acrecentaron, instalaron dos bases de mototaxis en sus inmediaciones, rompiendo la liga que desde hacía tiempo se venía estirando. Algunos conductores bebían en la vía pública, molestaban a las jovencitas y provocaron varios percances por su falta de capacitación vial.
Dicen que en Juchitán no hay gobierno ni hay autoridad. Disiento de tal apreciación. En Guidxiguié’ sí hay personas que gobiernan y deciden por el destino de esta población de cien mil habitantes. Tienen apellidos, de sobra conocidos, y pertenecen a los dos grandes grupos políticos que terminan actuando en contubernio: la COCEI-PRI.
Pongo primero el nombre de la otrora organización popular porque ésta manda, mientras la otra obedece dócilmente. La COCEI-PRI hace de su voluntad ley. Si hoy decide que una calle sea de doble sentido, así será mañana. Si se le ocurriera decir que el ‘verde’ significa ‘alto’, y el ‘rojo’ ‘siga’, así tendrán que entenderlo los juchitecos.
Es una lástima que una población que ha dado grandes personajes, hoy esté sometida a un grupúsculo que sólo mira por sus intereses. La COCEI-PRI ha hecho de una de las ciudades istmeñas con el mayor potencial de inversión, un desierto económico. Si no fuera por las afanosas paisanas que día con día madrugan para sacar adelante a sus familias, Juchitán estaría muerta.
Es necesario que la ciudadanía consciente y unida haga entender a los líderes políticos, de todos los partidos, que el pueblo no aguanta más. Es probable que en pocas semanas veamos la primera calle cerrada definitivamente a los mototaxis y, por ende, a la circulación automovilística. ¿Es que deseamos mirar el primer cuadro del centro totalmente restringido? Sería una lástima. Pero si las autoridades formales ―léase presidencia municipal y gobierno estatal― no cumplen con su obligación, las autoridades reales ―caciques políticos― terminarán de hundir un pueblo trabajador.