Fotografía.- Mosa'ab Elshamy leyenda |
Gubidxa Guerrero
La Primavera Árabe se volvió un infierno. Egipto, el más representativo de los regímenes del convulso Medio Oriente acaba de sufrir una masacre.
Más de quinientas personas fueron asesinadas brutalmente por parte de las corporaciones policíacas y el ejército. Un simple desalojo del campamento de los seguidores del recién depuesto mandatario Mohamed Mursi, terminó en tragedia.
La maquinaria pesada, los gases lacrimógenos, las macanas y las balas de fuego definieron la contienda. Un pueblo indignado, pero indefenso contra la fuerza del ejército fue presa fácil.
La historia es sencilla. Luego de las protestas que surgieron en Túnez, y que pasaron a Egipto y Libia, varios países lograron transiciones democráticas. Los Hermanos Musulmanes, organización compleja de carácter político-religioso, ganó las primeras elecciones libres en en el país de los faraones
Sin embargo, un régimen dictatorial, como el que ha dominado Egipto en las décadas recientes no se elimina con las urnas. Algunas decisiones equivocadas del nuevo Presidente, conjuntadas con protestas callejeras contra varias de sus medidas, dieron el pretexto perfecto para el golpe de Estado, que se concretó hace pocas semanas.
Las elecciones sirvieron para nada. Los poderosos no permitieron transitar a una libertad plena, y ayer miércoles le dieron el tiro de gracia a la incipiente democracia egipcia.
La pregunta es: ¿Qué islamista confiará en la vía electoral para alcanzar el poder? Recordemos que en Palestina el Movimiento de Resistencia Islámica, más conocido como Hamas, compitió y obtuvo una abrumadora victoria, hecho que le costó a los palestinos sufrir uno de los más crueles bloqueos de su historia por parte del Estado de Israel. Ahora, en Egipto, la élite militar, aliada de Estados Unidos, decidió atentar contra el pueblo.
El sistema electoral tan aplaudido por las potencias electorales parece seguir una premisa burda: es válida únicamente cuando vencen los buenos, que en lenguaje imperialista equivale a decir los aliados del poder global.
Por lo que aconteció ayer miércoles en Egipto, podemos decir que el pueblo árabe o islámico que “vote mal” estará condenado a la sangre, al lodo y a llenar con sus cuerpos inertes los numerosos ataúdes de madera.
[Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 16/Ago/2013]