Guidxi Liobá ('Ciudad de los Muertos') - Mictlan - Mitla |
[Texto publicado en Enfoque Diario, el sabado 9/Mar/2013]
Después de que nuestro pueblo hubiera alcanzado la cumbre de su desarrollo, llegó un período de ocaso. Los grandes centros político-ceremoniales fueron abandonados. El reino zapoteca se fraccionó en pequeñas unidades independientes, con intereses particulares. Terminó el llamado período clásico. Esto, hace poco más de mil años.
Lo que sucedió con nuestro pueblo, pasó también a otros reinos lejanos; en el área maya, en Teotihuacán, y en las principales urbes mesoamericanas. ¿Por qué? Existen varias teorías. Algunas afirman que hubo una disminución de la producción alimentaria, lo que provocó el descontento generalizado. Otras dicen, que los Estados eran insostenibles por el transcurrir mismo de los años, y la pesadez de las estructuras políticas. Hay quienes refieren que los grandes intereses contrapuestos hayan podido provocar conflictos de envergadura. El caso es que las principales capitales de los reinos civilizados, fueron paulatinamente abandonadas alrededor del 800 d.C.
La gran Dani Beedxe’ (Monte Albán) dejó de ser el eje político de los zapotecas. En su lugar fueron surgiendo pequeñas ciudades binnizá rivales: Yagul, Lambityeco, etc. Cada una descendía directamente de Monte Albán. Sus clases dirigentes pertenecían a la nobleza que la gobernó.
Durante casi 500 años, la nación zapoteca sufrió una paulatina decadencia. Las nuevas ciudades participaron en continuas guerras internas, de las cuales se levantaba un nuevo centro de poder, sólo para terminar desplazado poco después. El Valle de Oaxaca se llenó de poblaciones que disputaban la herencia de Monte Albán. Pero con el paso de los siglos, las dos ciudades que adquirieron mayor preeminencia y legitimidad, fueron Mitla y Zaachila. Una, como centro ceremonial y religioso; la otra, como recinto político. En esta última ciudad comenzó a reconstituirse el tejido político-social de la estirpe zapoteca que culminó con un nuevo empuje expansionista.
Mientras los binnizá volvíamos a ganar terreno, aglutinados en torno a Zaachila, fueron arribando los mixtecos, pueblo que históricamente habitara las montañas ásperas de occidente. Mediante alianzas matrimoniales lograron ingresar de forma pacífica a los Valles nuestros. Pero estas alianzas no eran gratuitas; se entablaron debido al poder creciente de los recién venidos. Lo que propició nuevos conflictos, pues si bien los mixtecos no ocupaban grandes extensiones de tierra, sí estaban asentados en terrenos estratégicos, como Cuilapan, poblado cercano a Zaachila.
En este contexto nos encontrábamos, cuando apareció Cosijopi I, quien emprendió la migración y posterior conquista del Istmo de Tehuantepec…