Cuentan que una vez cierto personaje acudió con Sócrates, el famoso filósofo griego. La duda que lo llevaba ante él era si resultaba más conveniente casarse o mantenerse soltero. Dicen que el sabio ateniense respondió: “hagas lo que hagas te arrepentirás”.
Algo así pasa con quienes tocamos determinados temas en las columnas de opinión. Digamos lo que digamos, irremediablemente nos encontraremos con detractores que descalificarán nuestra voz.
Hace pocos días cientos de policías ingresaron a las normales rurales de Cherán, Arteaga y Tiripetío, en Michoacán. Los uniformados obedecían órdenes expresas de las autoridades políticas de aquella Entidad, quienes habían negociado previamente con los jóvenes normalistas que mantenían retenidos decenas de autobuses de pasajeros, tráileres y otras propiedades. Ante la negativa de los estudiantes de entregar los bienes robados (¿cómo llamar a lo que se sustrajo ilegalmente? No sólo los autobuses sino el equipaje de decenas de personas y los productos de los tráileres), el Gobierno de Michoacán -que dirige el priísta Fausto Vallejo- optó por el desalojo. El saldo: 176 detenidos.
El operativo fue enteramente videograbado. Las autoridades permitieron el trabajo de los periodistas, quienes en todo momento pudieron acompañar a los policías fotografiando y filmando las escenas. Como en toda acción de esa naturaleza hubo resistencias y forcejeos. Golpes y heridos, de uno y otro bando. Por fortuna nadie perdió la vida, aunque los daños materiales son cuantiosos.
El rechazo no se hizo esperar. De todos los rincones de nuestro país se alzaron fuertes voces criticando la “represión” del Gobernador michoacano, así como la “criminalización” de la protesta social y la “persecución” de los estudiantes. Visto así, la oposición de todos los sectores democráticos de este país tendría que ser natural.
No obstante, y para molestia de muchos, debemos reconocer que los normalistas cometieron delitos flagrantes; pues nadie ha dicho que la protesta social tenga que pasar por asaltar pasajeros, por robar supermercados para “abastecerse” y demás lindezas que vimos entre los jóvenes. Huelgas o paros estudiantiles suele haber muchos en este país, donde todos hacen lo que quieren; pero infracciones claras amparadas en un carácter estudiantil no son tan comunes.
La responsabilidad de toda lucha social pasa por elegir los métodos a emplear. No es lo mismo asumir una postura contestataria respetando a los conciudadanos, que enarbolar una bandera revolucionaria dañando física y moralmente a inocentes.
Las autoridades michoacanas intentaron negociar con los muchachos (por cierto, algunos no tan jóvenes) y pidieron la devolución de los vehículos. En muchos otros países ni siquiera hubiera existido mediación; la fuerza pública habría llegado de inmediato para hacer valer el estado de derecho. Sin embargo la administración de Vallejo optó por la negociación, antes que por el desalojo. Ante la cerrazón de los normalistas, ya sabemos lo que ocurrió.
El jueves finalmente supimos que 49 estudiantes fueron consignados al Centro Federal de Reinserción Social (Cefereso) “J. Mujica” de la capital michoacana. La Procuraduría General de Justicia Estatal (PGJE) lo hizo por el delito de “daño a las cosas y robo”. Es probable que pasen algunos meses en prisión, lo que provocará, sin duda, nuevas movilizaciones, lo que seguirá alimentando el círculo vicioso que hunde a la educación pública de nuestro país…
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Texto publicado en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el sábado 20/Oct/2012.