Cuba y la emigración

Gubidxa Guerrero 

Ayer martes el Gobierno cubano dio a conocer una noticia que fue recogida de inmediato por las principales agencias de noticias del mundo: a partir del 14 de enero de 2013 se flexibilizarán las medidas para salir de la mayor isla de las Antillas. 

Se eliminarán tanto el ‘Permiso de Salida’ como la ‘Carta de Invitación’, dos documentos que hacían engorroso y difícil salir de Cuba a cualquier destino.

No obstante, debemos entender las medidas migratorias del Gobierno Revolucionario en el contexto que lo enfrenta a la mayor potencia económica y militar del planeta; ya que desde 1959 --año en que Fidel Castro tomó el poder en la isla luego de una guerra de guerrillas-- Cuba ha vivido permanentemente a la defensiva.

Poco después del triunfo revolucionario, aproximadamente la mitad de los profesionales, tales como médicos e ingenieros, dejó el país. En un inicio se pensó que el exilio sería temporal, en tanto el régimen de tendencia socialista era derrocado, ya fuera mediante un levantamiento popular o a través de una invasión.

Pero en 1961 Fidel Castro se afianzó en el poder y derrotó una agresión financiada y apoyada por Estados Unidos (la batalla de Playa Girón). Ese año Fidel declaró que la Revolución Cubana era de carácter socialista y promovió un acercamiento con la URSS, la potencia antagónica de USA. 

Para prevenir la “fuga de cerebros”, como se le conoce al fenómeno de migración especializada, el régimen impuso fuertes medidas a la población. Cuba se convirtió desde los años sesentas en un país que protegía su material humano como pocos, lo que no ha impedido que salgan, legal o ilegalmente, cientos de científicos, deportistas, músicos y demás talentos formados durante el tiempo que el comunismo ha prevalecido.

Las medidas migratorias de la administración cubana se han enfrentado a los estímulos a la inmigración ilegal que promueve Washington. Si un mexicano llega a suelo estadounidense se enfrenta a las persecuciones y, en el mejor de los casos, a una explotación indiscriminada. En cambio, si un cubano pisa tierra firme en Florida, goza en automático de una serie de privilegios que le otorga el Gobierno yanqui. ¿Con que fin? Claramente con la finalidad de alentar las salidas ilegales de la isla. Ya que si un isleño llega a Estados Unidos siguiendo los trámites formales en su país y obteniendo una visa, no cuenta con tales prerrogativas.

El Gobierno de Cuba ha exigido que la Unión Americana cumpla con sus obligaciones plasmadas en tratados bilaterales, como por ejemplo la concesión de 20 mil visas al año, cosa que no ha sucedido. Esto ha hecho que la administración cubana acuse a Estados Unidos de doble moral.

El conflicto, sin embargo, en lugar de dañar al régimen revolucionario, ha terminado afectando al ciudadano corriente, que se ve obligado a cumplir trámites burocráticos que dificultan su emigración controlada y segura. Muchos cubanos no desean marcharse por motivos políticos o económicos, sino que desean irse de manera temporal a otro país, por un sinfín de razones personales.

Las medidas que acaba de adoptar el Gobierno de Raúl Castro (que entrarán en vigor en 90 días) van en el sentido de hacer más sencilla la vida de sus ciudadanos. Sin embargo, éstas no aplicarán a todos, procurando cuidar el capital humano de la isla. 

Sin duda, estos gestos de Raúl tendrán alguna reacción en Washington. Al menos es lo que se espera. Ya veremos.


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Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 02/Abr/2014.