Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 14Feb/2014]
En estos días el ex presidente de México Carlos Salinas de Gortari ha sido noticia, luego de conceder una larga entrevista al diario de circulación nacional El Universal, en la que, entre otras cosas, señala que su gobierno “reformista” corrió el riesgo de ser descarrilado por los opositores.
Comparándose con el actual titular del Ejecutivo, Salinas repartió imputaciones entre quienes, según él, jamás estuvieron de acuerdo con sus transformaciones.
De inmediato saltó uno de los aludidos, Manuel Camacho Solís, quien ni tardo ni perezoso le recordó al ex presidente ciertas omisiones, como la profunda corrupción en su administración, así como los errores que devinieron en la grave crisis económica de 1995.
El Universal dio amplia cobertura a Camacho Solís, por lo que Salinas de Gortari escribió una epístola dirigida a su ex colaborador, recordándole ―faltaba más― que de poco servía señalarle sus olvidos, a veinte años de los hechos, si cuando fue miembro de su equipo de gobierno se quedó callado y, más bien, pareció muy complacido.
Este altercado nos recuerda un hecho innegable en la política mexicana: la mayoría de sus protagonistas son o fueron priístas.
Como si de una disputa interna se tratara, pelean entre sí viejos aliados que defendieron similares posturas. Ya que, por citar algunos ejemplos, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo o Andrés Manuel López Obrador, todos militaron en las filas del PRI hasta antes de 1988. Es decir, votaron y apoyaron, digamos, a José López Portillo, Gustavo Díaz Ordaz o Luis Echeverría.
Pero con respecto la nueva camada de “izquierdistas” mexicanos, resulta mucho más irónico, pues no se marcharon del PRI en los años de la gran ruptura, 1988, sino hasta mucho después. Tal es el caso de Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal, actuales opositores férreos a las reformas estructurales. Por no hablar de Manuel Bartlett, quien hasta hace poco era el principal señalado de orquestar el “fraude electoral” que arrebató la victoria a Cárdenas para concedérsela a Salinas de Gortari.
¿A qué viene este duelo entre viejos camaradas? Cuando Salinas emite alguna declaración, algo se trae entre manos. Que un antiguo colaborador suyo conteste para agrandar el espectáculo, puede resultar preocupante.
Así las cosas en México, donde aquellos miembros de la dictadura perfecta hoy representan papeles en bandos antagónicos, mientras el actual Presidente sigue acumulando poder.