Gubidxa Guerrero
Una canallada. Un acto de cobardía. Una puñalada contra el pueblo fue lo que aconteció entre la noche del lunes y la madrugada de ayer en el poblado de Antúnez, municipio de Parácuaro, Michoacán, cuando una partida de soldados mató a sangre fría a cuatro civiles desarmados.
Las imágenes no mienten. El testimonio videograbado circuló ayer por redes sociales de Internet para constancia del penoso hecho. Rabia e impotencia es lo que se siente al ver las escenas del “desarme” de algunos Policías Comunitarios de Tierra Caliente, por parte del Ejército Mexicano.
¿A eso llegó el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a Michoacán? ¿Esta será la estrategia de Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, para combatir el crimen? Es una vergüenza que uniformados atentaran contra la vida de ciudadanos que tuvieron el valor de hacer lo que es obligación de los gobiernos de los tres niveles.
Pero la violencia no es gratuita. La administración michoacana se sintió rebasada por los éxitos y la popularidad de los grupos de civiles armados que, agrupados en un Consejo General de Autodefensas, estaban combatiendo y derrotando a los grupos criminales de la Entidad. El problema se convirtió en un asunto de “seguridad nacional” cuando la Federación se percató de que en Tierra Caliente existía un vacío de poder oficial, por no hablar de la tan cacareada falta de “estado de derecho”. Esa región era, de facto, una zona independiente del país en asuntos de seguridad pública. Y de eso a un autogobierno, faltaba poco.
Pero el temor gubernamental también se alimentó de la incomprensión de algunos sectores de la izquierda mexicana. Incluso ayer, varios intelectuales publicaron columnas insinuando la mancomunidad de las autodefensas michoacanas con el Gobierno Federal (las comparaban, nada menos, que con los grupos paramilitares colombianos).
Para quienes todo es blanco o negro, es sencillo descalificar a miles de personas alzadas en armas tan sólo porque no avientan consignas políticas gastadas ni defienden intereses electorales. Pero para muchos michoacanos la defensa de la vida es tan urgente y radical que se olvidaron "vestir" su movimiento, estilo Che Guevara o Subcomandante Marcos, lo que no resta valor ni legitimidad a su causa. Pero ya verán que ahora que el Ejército mató a sangre fría a algunos comunitarios, éstos serán héroes en el mundo bicolor de ciertos “progresistas”.
Del panismo y priísmo, ni hablar, pues para ellos siempre hubo paz y tranquilidad en Michoacán, Estado donde no pasaba nada; en el que el panista Felipe Calderón hizo un buen trabajo y el actual gobernador priísta lo continúa haciendo…
Así las cosas. Mientras hubo impunidad y violencia de los cárteles, todo estaba en paz para el gobierno; y ahora que miles de ciudadanos, víctimas constantes de la delincuencia, optaron por defenderse, es cuanto toca ir a desarmar gente. El saldo: varios civiles asesinados; ningún sicario detenido.
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Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 15/Ene/2014. Publicado en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el jueves 16/Ene/2014.