"Por las noches, mientras el pueblo duerme, sale convertido en un temible perro negro". Grabado en metal.- Gregorio Guerrero |
Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 12/Ene/2014]
[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 12/Ene/2014]
Noventa años tiene el señor Pedro; nueve décadas de arrastrar su cuerpo enjuto por las calles de un polvoroso pueblo. Muchas cosas han visto sus ojos: desde portentos naturales (como un venado de dos cabezas), hasta a las más bellas mujeres de la región (como a Na Juanita Gallegos, por quien enloquecieron muchos varones de su tiempo).
Incontables veredas ha caminado Ta Pedro. Sus pies lo han llevado a diferentes lugares y sus huaraches quedaron marcados entre cerros grandes y pequeños. No hay pueblo istmeño que no conozca; tampoco hay festividad que no haya disfrutado este hombre. ¿En cuántos templos no habrá depositado una ofrenda?
Pero hoy, en la vejez, Ta Pedro pasa las horas sentado en una butaca en el patio de su choza. Y es que, a pesar de vivir en el centro de la comunidad, jamás quiso vender su propiedad ni tirar sus horcones de madera para construir una casa de cemento. Su vieja casa es de bajareque.
No hay niños jugando en su amplio patio. Los vecinos dan largos rodeos con tal de evitar pasar frente a su vivienda, pues dicen que Ta Pedro es nahual, es decir, que tiene la capacidad de transformarse en jaguar, en mono o en un cerdo gigante. La forma que quiera, puede adoptar.
En sus mejores años la fama de Ta Pedro llegó a otras regiones, pues su poder era grande. No sólo curaba males inconcebibles, sino que era capaz de causar daño a quien se lo propusiera. Dicen los que saben que, junto con otros nahuales, se iba Ta Pedro al río que atraviesa el poblado, donde se revolcaba hasta adquirir la forma deseada. Después salía a realizar sus fechorías, o “travesuras” como algunos le llaman.
Ta Pedro jamás reconoció ser un bidxaa, que es como se les denomina en lengua zapoteca. Pero si consideramos que no tuvo hijos (prueba casi irrefutable de que se es uno), todo puede pensarse.
Ta Pedro vive sus últimos días trabajosamente. Lo que no sabe el mundo es que todavía tiene el poder de metamorfosearse. Por las noches, mientras el pueblo duerme, sale convertido en un temible perro negro. Es cuando vuelve a recorrer viejos caminos y a desandar sus pasos…