Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 14/Ene/2014]
Todos los analistas coinciden: la región más conflictiva del mundo es Medio Oriente. La importancia de esa parte de la Tierra reside, básicamente, en su potencial energético, ya que bajo el suelo de un puñado de países se encuentran las mayores reservas de petróleo y gas del planeta.
No ha habido década, durante el último siglo, en que esa región no haya padecido alguna guerra promovida por una gran potencia occidental. Ingleses, franceses, italianos y norteamericanos por igual han pretendido el control de esta gran zona estratégica. Lo mismo han derrocado a gobiernos democráticamente electos, para instaurar férreas dictaduras, que han tumbado dictadores para imponer regímenes más serviles.
Los estadounidenses se han aprovechado de la situación, logrando para sus grandes corporaciones sendos contratos de explotación petrolera. Así derrocaron al gobierno republicano en Irán, para instaurar a un monarca de aires medievales, el Sha, mismo que fue echado del país por una revolución popular encabezada por el Ayatola Jomeini, a finales de la década de los setentas.
La República Islámica de Irán, antiguamente el Imperio Persa, soportó una guerra promovida por el entonces aliado de Estados Unidos, Sadam Hussein. Pero ni el armamento yanqui ni los gases tóxicos doblegaron la voluntad de los iraníes. Y desde entonces comenzaron un programa de armamento destinado a disuadir a sus enemigos regionales.
Como parte de las labores para dejar de depender de la explotación petrolera, los persas reactivaron una planta nuclear que, irónicamente, los israelíes les habían ayudado a construir en tiempos del Sha. Tal medida generó el temor del gobierno israelí, preocupado por ser el único país con armamento nuclear en la región.
Durante el presente milenio el conflicto se ha centrado en la supuesta intención iraní de construir la bomba atómica. Mientras el gobierno de ese país afirma que su apuesta a la tecnología nuclear es con fines pacíficos, las naciones occidentales temen que Irán se convierta en una potencia regional capaz de amenazar el equilibrio geopolítico.
Lo anterior ha provocado que año con año se dispongan sanciones económicas contra Irán, mismas que han terminado afectando seriamente el nivel de vida de su población.
Sin embargo, hace algunos meses los gobiernos de Barack Obama y Vladimir Putin, respectivamente, decidieron darle una oportunidad a las negociaciones e impulsaron un acuerdo preliminar que busca poner bajo el control internacional las plantas nucleares iraníes. Según esto, en caso de que Irán acepte y muestre voluntad de someter ese rubro a la comunidad internacional, los gobiernos que tienen congelados miles de millones de dólares persas los pondrían a disposición de su gobierno, lo que aliviaría en mucho la maltrecha economía persa y consolidaría al régimen de los ayatolas.
Los primeros pasos se acaban de dar. Obama, inclusive, declaró que vetará cualquier sanción surgida del Senado de su país, en un giro impresionante de su política. Ello ha significado una victoria para los persas, de la que el principal afectado es el Estado de Israel. Así las cosas en aquella región del planeta.