Av. Hidalgo, esquina con Reforma. Juchitán |
Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 11/Nov/2013]
Quien camine o transite en automóvil por las inmediaciones de la avenida Miguel Hidalgo, en Juchitán, se llevará una sorpresa, pues verá que en los cruces con Independencia y Reforma hay unos tubos metálicos plantados al pavimento, con sendas cadenas impidiendo el paso vehicular.
Que ningún funcionario local o estatal se haga el desentendido; que ningún cacique político, de los 6 o 7 que existen en esta importante ciudad zapoteca, pretenda hacerse el indignado. Los vecinos que habitan a lo largo de dos cuadras de unas de las vialidades más importantes de la población se cansaron de pedir solución al problema causado por acuerdos ilegítimos entre líderes y funcionarios.
Y es que, como muchos recordarán, de la noche a la mañana esta calle, que iba de poniente a oriente, amaneció convertida en una de doble sentido, sin disposición de cabildo, sin aviso de nadie y sin tomar en cuenta a los afectados. Un día, simplemente, comenzaron a circular sin orden ni cuidado decenas de mototaxis que pusieron en riesgo la integridad física de los peatones.
Quienes habitan el vecindario solicitaron una explicación. Cuando comenzaron los percances con algunos conductores de mototaxis, pidieron que las bases que habían instalado en las cercanías fueran retiradas. Jamás pensaron tener que impedir la circulación. Pero ante la indiferencia absoluta, ante las burlas e intimidación de que fueron objeto, decidieron actuar.
Cerraron por completo dos cuadras de la avenida. Anunciaron que no la abrirían hasta que los líderes políticos se comprometieran a respetar el sentido de la vialidad y desistieran de instalar las bases que fueron el origen del problema. Por respuesta hubo evasivas y amenazas.
Este domingo, los habitantes de Hidalgo cumplieron su advertencia y cerraron con cadenas la calle. En vista de la desatención, optaron por convertir esta importante avenida en un espacio al servicio de la ciudadanía, para fines recreativos y culturales. No son ellos quienes apostaron a la cerrazón, sino que fueron los líderes políticos, en complicidad con las autoridades gubernamentales, quienes no les dejaron otra opción.
Ahora la calle es más segura. Por las tardes, decenas de niños juegan y las familias conviven. Los vecinos siguen esperando que alguien se digne cumplir con su deber y le devuelva la gobernabilidad a su ciudad. Pero mientras tanto, están recuperando la armonía.
¿Esto quieren los políticos? ¿Que cada cuadra se organice para resguardarse de sus arbitrariedades? Con su insolencia, no están dejando otra opción…