Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 14/Jun/2013]
Según Wikipedia “un troll describe a una persona que publica mensajes provocativos, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como un foro de discusión, sala de chat o blog, con la principal intención de provocar o molestar una respuesta emocional en los usuarios y lectores, con fines diversos y de diversión o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí. El troll puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás”.
Esta sencilla definición aplica a la perfección a una clase de ciudadano que no propone, no critica ni participa, sino que únicamente descalifica.
Muchos malos políticos han provocado que cada vez haya más personas desencantadas con una de las labores más ennoblecedoras: gobernar. Tal como algunos malos profesores han desprestigiado a la docencia, los políticos corruptos han alejado a los mejores ciudadanos de la vida participativa.
Sin embargo, el desencanto por la partidocracia no debe implicar que nos alejemos de la vida pública. De otro modo seríamos “analfabetos políticos” según la magnífica definición de Bertolt Brecht: “El peor analfabeto/ es el analfabeto político./ Él no oye, no habla/ ni participa en los acontecimientos políticos./ No sabe que el costo de la vida,/ el precio de los frijoles, del pescado,/ de la harina, del alquiler, del calzado/ y de las medicinas/ dependen de las decisiones políticas./ El analfabeto político es tan animal/ que se enorgullece e hincha el pecho/ al decir que odia la política./ No sabe el imbécil que/ de su ignorancia política proviene/ la prostituta, el menor abandonado,/ el asaltador, y el peor de los bandidos,/ que es el político aprovechador,/ embaucador y corrompido,/ lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Al descalificar toda acción política (sea elecciones, manifestaciones pacíficas, críticas constructivas) sin otro argumento que el odio, el troll ciudadano favorece a los peores personajes.
Como ejemplo, citaré un comentario recurrente en la página oficial en Facebook del Comité Melendre, organización que este domingo realizará un debate entre los candidatos a la presidencia municipal de Juchitán: “Los debates siempre lo ganan los mentirosos y hábiles para los discursos. ¿Para qué hacer un debate? No sirven de nada. ¡No al debate!”.
La persona que ‘copia’ y ‘pega’ este comentario en todos lados no hace una contrapropuesta, tampoco realiza ningún tipo de acción en beneficio de la comunidad o de la concientización ciudadana. Sólo pretende, como en la definición de troll, “provocar o molestar”. Para muestra, basta con echar un vistazo a su perfil.
Si la ciudadanía no se pronuncia creando mecanismos de participación, nadie lo hará por nosotros. La construcción de una sociedad más justa pasa necesariamente porque los habitantes luchemos por nuestros propios espacios de expresión, y critiquemos y encaremos a los políticos de oficio de manera respetuosa. El debate del domingo es apenas uno de los primeros pasos en ese sentido. Faltan muchos más, pero todos debemos caminar juntos.