Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario el martes 14/May/2013]
[Texto publicado en Enfoque Diario el martes 14/May/2013]
El miércoles 8 de mayo ―mismo día en que el Comité Melendre dio a conocer los “Cinco Ejes para la Paz Social en Juchitán”, cuyo tercer punto exige la transparencia en los proyectos eólicos― el Gobierno del Estado anunció la cancelación de los trabajos de Mareña Renovables en la Barra de Santa Teresa, terrenos pertenecientes al municipio de San Dionisio del Mar, cuyo camino por tierra sólo es posible desde la Colonia Álvaro Obregón, perteneciente a Juchitán.
Varios años de conflictos en el pueblo ikoots, pagos indebidos, denuncias por irregularidades, entre otras cosas, terminaron aparentemente con la cancelación del proyecto. No obstante, la administración que encabeza Gabino Cué Monteagudo se apresuró a declarar que la inversión multimillonaria de Mareña Renovables seguía en pie, y que el parque eólico se realizaría en otra zona de la región istmeña.
Mareña Renovables canceló un proyecto pero abrió otros… Es decir, el asunto de los parques con grandes aerogeneradores seguirá dando de qué hablar.
Siempre he sostenido que ningún proyecto es bueno o malo por sí mismo. De hecho, la generación de energía mediante el viento es una de las alternativas menos nocivas para el medio ambiente. Sin embargo, todo proyecto del tipo que sea que pretenda implementarse sin el consentimiento de los habitantes poseedores de las tierras está condenado al fracaso.
Es de elemental sentido común consultar a los dueños de los parajes acerca de cualquier alteración que se quiera realizar en su suelo. Y la consulta sin información veraz y completa es equivalente a un engaño. Por tanto, para que un proyecto sea bien recibido, los inversionistas deben tratar directamente con las comunidades afectadas, hablando del asunto sin tapujos. Ya dependerá de los propietarios manifestarse a favor o en contra de dicha inversión. Pero jamás debe irse en contra de la voluntad de los dueños.
Ahora que Mareña Renovables declaró que construirá nuevos parques, no estaría mal que considerara los puntos anteriores. El problema no es que un aerogenerador sea ‘bueno’ o ‘malo’. El problema es que se instale a base de engaños y sin generalizar los beneficios.
Ojalá todos aprendamos esta lección elemental: la información es un derecho que debe respetarse. Sólo de esta manera podrá conseguirse la paz y la concordia. Por esta ruta caminaremos por el sendero del desarrollo.