Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 20/Feb/2013]
Las cosas no son lo que parecen. En muchas ocasiones las actitudes más intransigentes esconden intenciones perniciosas. En política, un 'no' no significa necesariamente eso. Probablemente sea la negativa inicial para una posterior transacción. Un 'sí' tampoco es una aceptación incondicional de algo.
En el asunto de los parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec se ha querido reducir el debate a la negativa rotunda o la aceptación sin cortapisas. Algunos jilgueros que representan poderosos intereses muestran una actitud "radical" para elevar la suma por la oportuna negociación. Como decía el viejo General Porfirio Díaz: “ese gallo quiere máiz”.
Si a un campesino humilde, cuya tierra ya no rinde, se le da a escoger entre aceptar un proyecto abusivo, que le dejará unos cuantos ingresos, o cancelarlo, y quedarse sin nada, es muy probable que se incline por lo primero. Eso, de hecho, provocó que las empresas que llegaron inicialmente a la planicie costera del Istmo de Tehuantepec, encontraran suelo fértil para contratos desventajosos para los pueblos.
Desde hace algunos años dijimos en este espacio periodístico que existía una tercera opción que, de haberse tomado en cuenta, hubiese ahorrado algunos males. Dicha opción es una negociación abierta e informada para contratos justos.
Hablemos de los ejidatarios a quienes la tierra ya no deja ganancia, y que se ven obligados a emigrar a otras regiones del país o a vender sus propiedades. Muchos de éstos no tienen más alternativa que rentar sus parcelas. Que un campesino reciba 14 pesos por cada mil que se generan en su terreno es un insulto. Que no reciba nada, es lamentable. Estas son las dos únicas "soluciones" que proponen los antieólicos más intransigentes o los defensores a ultranza de las empresas transnacionales. Ambos caminos conducen a la confrontación, ambos resultan contraproducentes.
¿Por qué no luchar por desarrollar la riqueza energética de nuestra región con tratos equitativamente benéficos? Siempre he pensado que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) debió impulsar los parques eólicos en el Istmo, para que las ganancias correspondieran al Estado Mexicano, como sucede con Pemex. Sin embargo, estoy consciente de que hay pactos que cumplir, por "favores" electorales o de alguna otra índole, que obliga a que ciertos gobernantes “abran a la inversión privada” la explotación de las riquezas naturales de los pueblos.
Pero hay de inversiones a inversiones… No es lo mismo desarrollar un proyecto de la mano de los habitantes de una región, con beneficios conjuntos e integrales, que pretender obtener ganancias fáciles a costa del engaño.
Por eso debemos pensar en que se reglamente de forma adecuada la inversión en el sector. Para que no venga una Marena Renovables a querer cambiar oro por cuentas de vidrios; pero que tampoco surjan los clásicos grupos que mercan con el descontento social poniéndole precio en negociaciones secretas.
Con transparencia y libertad los pueblos deben decidir. Con beneficios equitativos deben firmarse futuros acuerdos y renegociarse los que existen; teniendo siempre presente de que si un pueblo dice ‘no’, deberá respetársele ese derecho…